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Rusia es una superpotencia de materias primas, menos vulnerable a sanciones que Europa

Published on: miércoles, 2 de marzo de 2022 // ,


por Ambrose Evans-Pritchard

El límite del dolor que puede soportar Occidente está a punto de ser puesto a prueba: la Fortaleza Rusia soportará esa prueba de autosuficiencia con más estoicismo que Europa.


En cuestión de horas, el orden mundial se ha vuelto drásticamente menos favorable para las democracias occidentales.

La toma de Ucrania por parte de Vladimir Putin (1) convierte a Rusia a una superpotencia de materias primas de espectro completo, lo que agrega una influencia crítica del mercado sobre el suministro global de granos a la profundidad estratégica existente en energía y metales.

Nos hemos llevado un baño de realidad preocupante debido a que Rusia es demasiado fundamental para que el sistema de comercio internacional pueda castigarla de manera significativa. Influye o determina todo, desde el pan en las tiendas hasta el gas para los hogares y las centrales eléctricas de Europa, las cadenas de suministro para las plantas aeroespaciales y automotrices, o pronto lo hará si cae Kiev.

¿Quién sabía que casi el 90 % de las importaciones europeas de aceite de colza provienen de Ucrania, o que el jamón ibérico de España depende de los cereales del cinturón de tierra negra de la estepa ucraniana?

Ucrania convierte el imperio neozarista de Putin en la Arabia Saudita de los alimentos, controlando el 30% de las exportaciones mundiales de trigo y el 20% de las exportaciones de maíz.

No es solo el precio del petróleo crudo Brent el que se ha disparado violentamente, alcanzando un máximo de ocho años de 102 dólares (2). El aluminio rompió todos los récords el jueves. Los futuros del trigo de Chicago alcanzaron los 9,32 dólares el bushel, el nivel más alto desde los disturbios por hambre previos a la Primavera Árabe.


Precios de futuros del trigo


No confundas esto con la inflación. Los aumentos vertiginosos de los precios de las materias primas son una transferencia de riqueza a los exportadores de materias primas. Para los europeos adinerados, actúa como un impuesto, dejando menos para gastar en otros lugares. Es deflacionario para la mayor parte de la economía. Si continúa por mucho tiempo, nos deslizaremos hacia la recesión.

Entonces, si bien se habla valientes y justificadas sanciones paralizantes contra Rusia, es el límite del dolor que puede aguantar Europa lo que está a punto de ser probado. Presumo que la Fortaleza Rusia resistirá este prueba de autosuficiencia con más estoicismo que las élites asustadizas de Europa.

Las sanciones son, por supuesto, imprescindibles como declaración política. Occidente sería cómplice si no hiciera nada. Pero las medidas sobre la mesa no cambian la ecuación.

El debate en el Parlamento británico sobre si atacar a algunos oligarcas más o restringir el acceso a la City para más bancos rusos ha bordeado la parodia: británicos hablando con británicos en un malentendido surrealista de la geopolítica cruda, como si Putin fuera a renunciar a su oportunidad irrepetible de arrebatar la Rus de Kiev y destrozar esa sistema de Europa posterior a la Guerra Fría porque David Lamy está molesto por las visas doradas.

La suspensión temporal alemana del Nord Stream 2 tampoco cambia nada. El oleoducto nunca iba a suministrar gas adicional en esta década. El propósito del Kremlin era desviar el mismo gas siberiano, cambiándolo del corredor ucraniano al Báltico, privando a Kiev del poder de autodefensa.

Una vez que Putin controla Ucrania, Nord Stream 2 instantáneamente se vuelve irrelevante.

El error capital se cometió en junio de 2015, cuando Alemania siguió adelante con el gasoducto bilateral solo un año después de la anexión de Crimea, lo que indicaba que el primer Anschluss de la Europa del siglo XXI quedaría impune o, peor aún, que sería recompensado con un premio estratégico.

Si quieres fechar la muerte de una Ucrania democrática soberana, fue esa decisión merkantilista. Royal Dutch Shell fue un cómplice. Putin consiguió nuestra medida.

La caída del 36% del índice MOEX en Moscú el jueves por la mañana significa que los inversores occidentales con una cartera rusa a través de fondos de pensiones o ETF han perdido dinero. No significa que Rusia esté siendo forzada a arrodillarse, como algunos dirían.


Evolución del valor de la Bolsa de Moscú


La modesta caída del rublo tampoco implica una tensión económica inmanejable. El mecanismo de tipo de cambio de Rusia está diseñado para permitir que la moneda soporte la presión, amortiguando el presupuesto interno contra los shocks económicos.

Rusia tiene 635.000 millones de dólares de reservas de divisas (3). Tiene una deuda nacional equivalente al 18% del PIB, una de las más bajas del mundo. Tiene un superávit fiscal y no depende en gran medida de los inversores extranjeros para financiar el estado. Esto hace que las sanciones estadounidenses contra la nueva emisión de bonos soberanos sean una mera molestia.

El Kremlin está disfrutando de una ganancia inesperada gracias a las materias primas. Los contratos de futuros de gas de referencia para marzo han alcanzado niveles extremos de 120 € por megavatio/hora. Rusia está ganando 700 millones de dólares al día por las ventas de petróleo a Europa y EEUU, que necesita crudo Ural pesado para reemplazar los barriles venezolanos sulfurosos para sus refinerías.

La dura verdad es que Europa entraría en una espiral de crisis en cuestión de semanas si se cortaran los flujos de gas ruso, por cualquiera de los dos lados. La pérdida de ingresos a corto plazo para el Kremlin sería una pequeña fracción de las reservas rusas de oro, euro y dólar. No hay simetría en esto. Cualquiera que sea la retórica, el negocio de la energía continuará como de costumbre.

Estados Unidos y Europa pueden imponer y aplicarán un bloqueo tecnológico, restringiendo el acceso de Rusia a chips semiconductores avanzados, actuando en conjunto con TSMC de Taiwán y Samsung de Corea. Esto dolerá, pero llevará tiempo (4). Rusia tiene reservas. Tiene sus propios productores capaces de fabricar chips de nivel medio de hasta 28 nanómetros.

China puede estar irritada por lo lejos que ha llegado Putin en Ucrania, pero no se unirá a las sanciones occidentales. Tampoco impedirá que las empresas chinas suministren chips a Rusia a través de intermediarios con los que se pueda negar estar relacionado y que cierren algunas brechas en la tecnología.

Putin puede calcular razonablemente que el fervor occidental por mantener este embargo de alta tecnología se desvanecerá antes de que cause un daño irreversible a Rusia.

Europa ha vetado la expulsión de Rusia del nexo SWIFT de pagos globales por temor a los efectos sistémicos que afectarían a sus propios bancos (5), y porque habría dificultado pagar el petróleo, el gas, los metales y los granos de Putin, dejando de lado el riesgo de que Rusia podría aumentar el nivel de sus represalias.

El mismo EEUU se muestra ambivalente sobre la expulsión de Rusia del sistema SWIFT porque aceleraría la desdolarización de las finanzas mundiales.

Si Estados Unidos juega su as en la manga, corre el riesgo de perderlo. China y Rusia ya tienen sus propios sistemas de pago que podrían unirse para llevar a cabo comercio bilateral.


Precios de futuros del aluminio


Así que uno observa desganado la pantomima occidental sobre las sanciones, sabiendo que casi todo lo que se discute no viene al caso, y que solo la fuerza militar importa cuando se trata de una ofensiva militar de 200.000 hombres.

Los errores que llevaron a esto se encuentran en años de desarme europeo, resultado tanto de las ilusiones de una élite complaciente como de la austeridad fiscal impuesta por los comisarios de la UE durante la crisis de la eurozona, sin tener en cuenta el panorama estratégico más amplio.

Es el fruto de "reinicios" periódicos en las relaciones con el régimen de Putin, perdonando invariablemente sus pecados y disfrazando el interés propio comercial como si fuera un intento de alejarlo de un eje chino de autocracias.

El desencadenante final de esto fue la decisión de Joe Biden en julio pasado de anular las sanciones del Congreso contra Nord Stream 2, vendiendo a Ucrania en un acuerdo con Angela Merkel (6).

El presidente Biden pensó que podía "aparcar" a Rusia a un lado y centrarse en China. Nombró a un conocido rusófilo como asesor clave sobre Rusia. Se olvidó de nombrar un embajador de EEUU en Kiev, dejando durante mucho tiempo el asunto en manos de un subalterno con gusto por la vida tranquila, hasta el punto de atenuar los cables a la Casa Blanca que podrían haber despertado la alarma.

Putin llegó a la conclusión de que este era su momento para atacar.

Solo podemos rezar por los valientes ucranianos que luchan sin cobertura aérea contra el aplastante poderío militar. Más misiles Stinger y Javelin habrían sido de gran ayuda hace unos meses, pero es casi seguro que ahora es demasiado tarde para cambiar el resultado enviando armas.

Kiev estará rodeada de tanques y obuses en cuestión de horas. Hablar de guerra de guerrillas prolongada en esta etapa es ofrecer el consejo de la desesperación, o hablar por hablar.

Occidente debe retroceder a la siguiente línea de defensa, la línea de la OTAN desde Estonia a Rumania, y afrontar la larga y ardua tarea del rearme militar.

Habría sido más fácil y más sabio endurecer una Ucrania democrática mientras pudiéramos. Ahora nos enfrentamos a un imperio ruso reconstituido con todos sus recursos, que ha llegado tan al oeste como los Cárpatos, con un dominio absoluto sobre las materias primas que necesitamos para nuestra existencia.

Nada de esto era inevitable. Es el resultado de un fracaso político sistemático.


NOTAS








Este texto es parte de un dossier sobre la guerra económica de occidente contra Rusia publicado en el número 56 de la revista Desde el Confinamiento, que puede descargarse gratuitamente aquí. Una introducción puede leerse aquí.


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