Sobre el eterno debate alrededor de salir del gueto
Texto aparecido el la extinta publicación Aversion.
Estimo al hombre que dice lo que siente allí donde se encuentra; odio al votante en perpetua conquista de una mayoría
Albert Libertad
Al entender como gueto nuestro círculo y el espacio político en el que nos movemos y nos relacionamos, y salir del mismo como la búsqueda de complicidades fuera de éste, vemos en la definición, antes que nada, una peligrosa simplicidad y hedonismo al considerar que hay un nosotros y un ellos. Si bien es verdad que, como anarquistas, nos movemos en espacios políticos y en ambientes afines y bien definidos, no quiere decir que, por lo menos desde nuestra experiencia, no tengamos relaciones o no nos socialicemos con nuestro entorno "no político" (por llamarle de alguna forma), o más bien, no nos relacionemos con nadie fuera de nuestro círculo político cercano. Es, por lo tanto, inverosímil crear una separación nítida y firme (como podría ser un gueto) que no va más allá del simple grupo de afinidad, el cual incluso puede ser circunstancial en un momento determinado.
Si queremos, pues, definirnos como gueto, habrá que hacerlo desde una visión política y por lo tanto deberemos también ser conscientes del resto de guetos que nos rodean.
Si bien no nos identificamos con esta visión, entendemos que es una forma de exponer una dificultad que surge al enfrentarnos o sumarnos, como grupo político, a luchas fuera del territorio en el que normalmente nos movemos o habitamos y en el que no cabe laposibilidsd de que no sean compartidas -o en las que sólo se coincida en parte del planteamiento- con los habitantes del territorio en cuestión.
A través de relaciones abiertas y sinceras con el entorno y de una expresión clara y firme de las propias posiciones e intenciones se pueden encontrar cómplices, amistades y simpatías, pero también enemigos y grupos o colectividades hostiles; todo ello ha de ayudarnos a tener una visión real y pragmática de lo que nos rodea (ser claras no quiere decir ser buenrollistas).
El afán de relacionarnos con este entorno, entendido como las personas o colectivos que no sean de nuestro círculo político cercano, puede llevar a actitudes como la moderación y tergiversación del lenguaje propio, pero también tener una disposición más abierta hacia personas "no politizadas" o con ideas diferentes a las nuestras -que pueden ser un aporte a nuestras vidas y luchas-, como también al esclarecimiento de las formas de expresar nuestras ideas y argumentos, ya sea en discusiones o escritos, a no dar cosas por sentado, etcétera.
El problema aparece cuando nuestro discurso y nuestra manera de actuar cambia radicalmente ante personas "no politizadas" con la finalidad de conseguir simpatía o apoyo, convertir, engatusar, o manipular. No se pueden crear lazos y redes de solidaridad horizontales y duraderos desde una posición de superioridad y/o condescendencia: de esta manera, inevitablemente se crea una distancia al identificarse claramente dos registros diferentes para quien es "parte de" y quien es parte de "la gente". Si caemos en estas dinámicas reafirmamos estas categorías como estáticas y pierde sentido un discurso de superación de las mismas. Incluso muchas veces hemos visto que en ciertas ocasiones se deja de lado un discurso propio para sumarnos a las ideas de algún grupo, colectivo o partido de peso en el lugar con la intención de tener más fuerza, de ser más, o de obtener algún tipo de "legitimidad", pero eso ya es harina de otro costal.
Queremos pues reafirmar la importancia de una sinceridad activa en nuestras luchas y con el entorno para no crear "malentendidos" y tener relaciones verdaderamente horizontales, recíprocas y solidarias; un posicionamiento claro permite además que los conflictos con el entorno (si los hay) quien de manifiesto desde un primer momento, dándonos la posibilidad de analizar con franqueza y reconocer la realidad social que nos rodea y los potenciales compañeros de viaje o detractores. So los riesgos que se corren cuando se quiere ir más allá de lo conocido. Hay lugares que no son propicios ni a una radicalización ni a una solidaridad, por tener una posición y unos intereses distintos a los nuestros, en algunos casos incluso opuestos, pero en estos casos siempre nos queda lo conocido, los grupos de afinidad o los círculos cercanos: es el llamado gueto.