Dos
ejemplos de lo cerca que hemos estado de vivir una hecatombe
radioactiva -y cÓmo nos lo han ocultado
Durante
la llamada Guerra Fría,
B-52 estadounidenses cargados con armas atómicas volaban
constantemente, para evitar que un ataque de la Unión Soviética
impidiese una respuesta, así como para poder llevar a cabo un ataque
preventivo sin previo aviso. Mediante estos vuelos (que también
llevaba a cabo Inglaterra sobre Europa), la muerte estaba
constantemente planeando sobre la cabeza de Occidente. Uno de estos
vuelos sobre España fue el responsable del accidente nuclear de
Palomares, en 1966.
Según
el periodista Eric Schlosser, un especialista en los accidentes con
armas nucleares, tan solo en el periodo 1950 y 1968 hubo como mínimo
700 accidentes “significativos“ e incidentes, en los que
estuvieron implicadas 1.250 armas nucleares. Según un documento
desclasificado descubierto por Schlosser en sus investigaciones para
su libro “Command and Control”,
en el accidente que tuvo lugar el 23 de enero de 1961 en el que dos
bombas de hidrógeno cayeron accidentalmente en Goldsboro (Carolina
del Norte), sólo la suerte logró impedir la explosión de una de
las dos bombas de hidrógeno, de una potencia 260 veces superior a la
de las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Hasta ahora, el
gobierno de EEUU había asegurado que en el accidente, por el cual
las dos bombas cayeron desde un bombardero B-52 a 2.700 metros de
altitud, no hubo riesgo alguno.
Una
de las dos bombas de tipo Mk 39 caidas el 22 de enero de 1961 en
goldsboro, casi intacta y aún con el paracaidas
El
desastre estuvo a punto de ocurrir debido a un accidente técnico que
provocó que el B-52 arrojase las bombas de manera incontrolada.
Debido a una avería en el avión, las dos bombas de hidrógeno que
transportaba fueron soltadas accidentalmente de igual manera que si
hubieran sido arrojadas a propósito, y una de ellas inició el
proceso de detonación. Casi todos los mecanismos destinados a
impedir que esto tuviese lugar fallaron, y tan sólo un interruptor
de alto voltaje impidió el desastre, como descubrieron aterrorizados
los técnicos que inspeccionaron las bombas tras el accidente. Esto
tuvo lugar en Goldsboro, Carolina del Norte, no muy lejos de
Washington, donde tres días antes el presidente Kennedy pronunciara
su discurso inaugural tras llegar a la presidencia de EEUU.
CHERNOBIL
EN TARRAGONA
Tan
peligroso como el armamento nuclear son los medios para obtener el
plutonio necesario para fabricar bombas atómicas, como pudo
comprobarse en la central de Chernobil en 1986... o en el accidente
en la central nuclear de Valdellós I en 1989, que ha pasado
desapercibido.
Valdellós
I era el resultado de los esfuerzos de la dictadura franquista de
hacerse con la bomba atómica. En 1955, el Franquismo tenía los
conocimientos técnicos necesarios para fabricar la bomba atómica:
“La prueba es que una comisión
estadounidense (del programa Átomos por la paz de Eisenhower) que
nos visitó en ese mismo año escribió, en un informe al Senado
norteamericano, que España era el quinto país en cuanto a
conocimientos sobre física nuclear”,
según un estrecho colaborador de José María Otero Navascués, un
ingeniero de la Armada que era el mayor experto franquista de física
atómica.
El
plutonio era el principal obstáculo: aunque España tiene uno de los
pocos yacimientos de uranio de Europa, el Franquismo carecía de los
medios para fabricar plutonio, material imprescindible para construir
la bomba atómica. A finales de 1963, en pleno enfrentamiento entre
Charles de Gaulle y los EEUU, el gobierno francés convocó a José
María de Areilza, embajador de España en París, y un ministro
francés ofreció vender a España una central de grafitogas, la
primera que París estaba dispuesto a instalar fuera de sus
fronteras. “Le estoy ofreciendo la
fórmula para fabricar plutonio, con todo lo que ello significa”,
dijo el ministro. Fruto de esta alianza nuclear entre el Gaullismo y
el Franquismo (que incluyó la ilegalización de la FIJL en Francia)
fue la construcción de Vandellós I.
1958:
Franco y carrero blanco inaguran el Centro Nacional de Energía
Nuclear
“Desde
un punto de vista técnico, el reactor de Vandellós no es el más
apropiado para producir energía (...) sin embargo, Vandellós era la
central ideal para obtener plutonio militar... un excelente plutonio
239, que puede ser separado en una pequeña planta de
reprocesamiento”, explica un especialista que tenía en aquella
época un alto cargo en la JEN (Junta de Energía Nuclear), el
organismo encargado de gestionar todo lo relacionado con la energía
nuclear bajo el Franquismo. Casi lo pagamos caro. En 1989, Vandellós
I fué escenario de un accidente nuclear que pudo acabar como
Fukushima. Según un testigo: A mí me pilló en el turno de tarde el
19 de Octubre del 89 cuando empezó el fuego de Turbinas en la
Central Vandellós I. El suelo del reactor tembló y estuvimos más
cerca de lo que cree la gente de un desastre como el de Chernobyl
(...) En la de Vandellós II estuve en la puesta en marcha. Esta
estuvo hecha un poco a conciencia, pero por ejemplo Vandellós I era
algo parecido a lo Homer Simpson. Todo empezó porque los de los de
plantilla de la Central (HIFRENSA) trabajaban poco siendo los
trabajadores mejor pagados de España. Sueldos de infarto y
privilegios (casa y luz gratis por ejemplo). Así que no sólo
trabajaban poco, sino que el trabajo se lo hacían empresas de
contrata con trabajadores de sueldos precarios y ellos revisaban el
trabajo y firmaban. Pero claro, eso de revisar el trabajo y firmar al
final también se hizo cansado y además te jodía la partida de
dominó, así que sólo firmaban los partes de trabajo. En estas que
un cojinete de turbinas que tenía que estar arreglado, no se
arregló. No sólo no se arregló sino que el cabrón se partió sin
pedir permiso a nadie, el eje central se partió fue rodando a miles
de revoluciones dentro de la caja donde está el aceite y empezó a
arder.
-¡¡Bien!!.
Ya tenemos el fuego. ¿Qué hacemos Homer?.
-¿Fuego?,
el fuego se apaga con agua verdad?. Ummmmm déjame pensar. ¡¡Ya
sé!!, abrimos las compuertas del mar y apagamos el fuego.
-¡¡Qué
brillante idea Homer!!. ¡¡Ahora mismo lo hago!!
¡¡Se
abren compuertas y los refrigeradores, unos pedazo de turbosoplantes
de CO2 líquido a -78ºC, encargado de la refrigeración del reactor
se anegan!! De 4 que hay dos dejan de funcionar y otro medio medio.
Bien, el turbosoplante que funcionaba medio medio hizo que el
calentón del reactor no fuese a más y no provocara otro Chernobyl.
Ahora podéis entender por qué estuvimos más cerca del absoluto
desastre en España. Estuve apagando el fuego de turbinas,
colaborando con mis antiguos compañeros bomberos de la Central
Nuclear Vandellós II sin saber si saldríamos vivos de allí o no.
Tragábamos humo negro sin saber la procedencia exacta, aquella
mierda podía ser radioactiva o no. Tuvimos suerte. A las tres de la
mañana nos dieron leche por si acaso. Ya se sabe que la leche
absorbe la radiación...
ANEXO
1
(TRADUCCIÓN)
Goldsboro Revisited o como aprendí a desconfiar de la bomba de
hidrógeno o Corrigirndo un informe
En
la página 127 de su libro „Kill and Overkill“, el Dr. Ralph
Lapp, un destacado físico, escritor y consultor industrial, escribe:
El
Informe
En
uno de esos incidentes, un bombardero B-52 tuvo que arrojar una bomba
de 24 megatones sobre Carolina del Norte. La bomba cayó en un campo
sin explotar. El Departamento de Defensa había adoptado complejos
mecanismos y reglas estrictas para prevenir que las armas nucleares
se activasen o explotasen. En este caso, la cabeza nuclear de 24
megatones estaba equipada con seis mecanismos de seguridad
dependientes entre ellos, los cuales habían de ser activados de
forma secuencial para que la bomba explotase. Cuando expertos de la
Air Force se apresuraron a ir a la granja de Carolina del Norte para
examinar la bomba tras el accidente, descubrieron que ¡cinco de los
seis mecanismos interconactados habían sido desactivados por la
caida! Tan solo un mecanismo de seguridad impidió que la bomba de 24
megatones detonase y difundiera fuego y destrucción sobre un amplia
área.
Los
hechos (anotaciones al texto anterior)
Fué
un accidente, no un incidente. La bomba no fue arrojada. El avión se
rompió en vuelo (BORRADO) fueron lanzadas sin darse cuenta. Los
mecanismos de protección son sencillos, no suficientemente
complejos. (BORRADO) Era una bomba, no una cabeza nuclear. No tenía
seis mecanismos de protección. La bomba tenía cuatro mecanismos de
protección, uno de los cuales no funciona en el aire. La secuencia
no es muy importante. (Expertos de la Air Force) y de la lucha ABC
(contra armas químicas y nucleares). Cierto, accidente. Uno (de los
mecanismos) se deconectó debido a la caida. Otros dos quedaron
inoperativos debido a la ruptura del avión. Esto es cierto - UN
(mecanismo)! (BORRADO). Cierto, habrían sido malas noticias a
montones.
El
informe de Lapp carece de objetividad y exactitud. Sus fuentes de
información son evidentemente erróneas, o él decidió manipularlas
para su beneficio. Pero el punto central es correcto. ¡Un simple
mecanismo de bajo voltaje y de tecnología de dinamo fue lo único
que estuvo entre los Estados Unidos y una gran catástrofe!
No
hace falta hacer un análisis de seguridad del caper de Goldsboro.
Eso ha sido ampliamente demostrado por deMontmollín y Hongland en
1961. pero, en la atmósfera actual, ha de exponerse una conclusión
más. La bomba Mk 39 Mod 2 no podee la seguridad adecuada para el
papel de alerta aérea en los B52. Se instaló el Alt 197 en esas
bombas para dar una seguridad adicional, pero esto sólo interrumpió
(de manera adicional) los cables entre el generador bish y la batería
termal de poco voltaje. Cuando el B-52 se desintegró en el aire,
este aparentemente soltó las bombas es una manera casi normal. La
conclusión inalterable es que el único mecanismo de seguridad
efectivo durante la alerta aérea fué el mecanismo asegurador, fuese
este el MC772 (Goldsboro) o el NC1288 (Alt 197).
Si
una especie de proceso de activado ocurriese durante una ruptura en
el aire, un postulado que parece creíble, las bombas Mk 39 Mod 2
podrían haber provocado una explosión nuclear.
ANEXO
2
Una
invasión de medusas paraliza un reactor nuclear sueco
El
accidente nuclear de Fukushima ha desmontado el argumento del lobby
nuclear de que el riesgo de las centrales nucleares sólo existe si
se usa una tecnología “atrasada“ (léase rusa). No ha sido la
avanzada tecnología japonesa la responsable del accidente, sino la
estupidez humana, como fue el caso de Chernobil. El catastrófico
diseño de la central (idéntico, por cierto, al de varias centrales
nucleares en España, algunas de las cuales están ahora amenazadas
por los terremotos provocados por el Proyecto
Castor
al almacenar gas encima de una falla en la costa mediterránea) no
tenía en cuenta la posibilidad de que el sistema de refrigeración
pudiese fallar, como ocurrió consecuencia del Tsunami. Carente de
refrigeración, el reactor acabó explotando (en Chernobil la
refrigeración fue desactivada durante un experimento).
No
sólo la estupidez humana puede dar lugar a un accidente nuclear:
sucesos completamente inesperados pueden provocar también serios
problemas a un reactor. Según el New
York Times
(1 de octubre de 2013), un reactor nuclear sueco (el mayor del mundo
de su tipo) de la planta de Oskarshamn, en la costa del Mar Báltico,
tuvo que ser desactivado debido a que una bandada enorme de medusas
había tapado la entrada de agua del sistema de refrigeración del
reactor.