El movimiento de lucha de los soldados [contra la guerra de Vietnam]
Hace exáctamente quince años que sacamos un número de la revista dedicado a los desertores en el ejército estadounidense durante los años de la guerra de Vietnam, para ello traducimos un texto inédito de un tal Max Watts, que participó activamente en la red clandestina que facilitaba la deserción y toda disidencia dentro de la misma institución militar. Y recientemente hemos vuelto a reeditar.
Como complemento os ponemos este texto que forma parte del capítulo V del primer volumen, sobre la política en el seno de los movimientos contestatarios norteamericanos de la «Década Prodigiosa», del libro del profesor de la Universidad de Milán (literato y experto en la cultura angloamericana) Mario Maffi: La cultura Underground (1972). Algo completamente diferente a la actual corriente crítica sobre aquellos años, que nos cuenta que el inconformismo y la rebeldía juvenil de entonces estaban ya planificados por el mismo sistema capitalista.
Así, estos dos niveles de comprensión, esta doble realidad personal —instrumento de opresión y víctima oprimida— son los artífices del lento desmoronamiento del ejército americano en la patria y en el extranjero. La expresión más inmediata y menos política de la oposición a la guerra es la deserción. Las cifras hablan con claridad: a partir de 1967, ha aumentado en un 80 %[2]; entre 1967 y 1971, 354.112 hombres han abandonado sus regimientos, mientras la media anual de desertores oscila en torno a las sesenta mil: un desertor cada diez minutos[3]; según un informe del «Chicago Times»[4] hay cincuenta mil desertores viviendo en Canadá, Suecia y otros países. A esto se añade la resistencia al reclutamiento que, según las cifras del Departamento de Justicia[5], se ha multiplicado por doce en los últimos cuatro años. Pero este plano individual es superado rápidamente y a continuación comienza la maduración política; la propia deserción asume aspectos claramente radicales cuando se convierte realmente en «paso al enemigo»: según los diarios de lucha del ejército, alrededor de diez soldados desertan diariamente en el Vietnam y muchos pasan al Vietcong o al FNL; algunos soldados pasados al FNL en el delta del Mekong han llegado a utilizar sus propias emisoras de radio para interceptar las transmisiones del ejército, estorbándolas o interfiriendo las instrucciones de tiro de la artillería y de los helicópteros[6]. La oposición a la guerra asume, además, formas cada vez más dramáticas y violentas en Vietnam, donde la práctica de la muerte de oficiales o lacayos militaristas aparece ahora difundida: según estadísticas del Pentágono[7], los fallecimientos debidos a fragging (eliminación de oficiales con bombas de mano u otros explosivos) se han duplicado entre 1969 y 1970 (96 en 1969, 170 en 1970); en determinados casos, se ha llegado a pagar recompensas por la cabeza de los oficiales más racistas y fanáticos, recompensas que van de los 50 a los 1.000 dólares, llegando a los 10.000 en 1969 por el amadísimo coronel Weldon Honeycutt, responsable de repetidos y sangrientos ataques suicidas. Es altísimo además el uso de la heroína y otros estupefacientes, y están también en ascenso las cifras referentes a las «ausencias injustificadas»[8].
Es precisamente este paso a un nivel de lucha indudablemente superior lo que hace explosivo el movimiento de lucha de los soldados. La organización y la propaganda interna sobre temas más definitivamente políticos ha pasado a ser una actividad cotidiana en el interior del movimiento, con la creciente conciencia de constituir una tremenda espina en el costado de los policías del mundo y con la voluntad de hundirla afondo para provocar la gangrena y la disgregación.
Estamos a favor de una creciente intensificación de las luchas contra el imperialismo. Dondequiera que nos encontremos, todos debemos luchar. Quien está en la escuela que luche en la escuela, quien está en la fábrica que luche en la fábrica, quien está en los guetos que luche en los guetos. Y quien está en el ejército que luche en el ejército[10].
Debemos darnos cuenta de manera muy realista de algunas cuestiones nada agradables. Una es que nos están haciendo cumplir el papel de protectores del orden constituido. Y como vivimos en una época pre-revolucionaria —en la que el imperio americano, igual que otros en el pasado, comienza a estar podrido hasta la médula—, nuestra tarea en el futuro ya no será la tradicional de «proteger a América de sus enemigos exteriores», sino la de proteger a América de sus desheredados, de sus minorías depauperadas, de sus obreros y de sus intelectuales progresistas. El ejército de los Estados Unidos tiene una nueva esfera de acción que se llama Confrontation Management: en pocas palabras, se trata de la intervención antidisturbios, enseñada en cursos especiales. Los cursos tratan del empleo táctico de las fuerzas aéreas sobre los centros urbanos, sobre el modo de tratar a los prisioneros, sobre el uso de las tropas de combate, etc. Las tropas, naturalmente, somos nosotros. Lo que ha sucedido en Berkeley, Watts, Chicago, Newark, sólo es el principio. Debemos preguntarnos si tenemos la intención de ser utilizados para meter el bozal al pueblo. Ya es hora de hacer saber a los jefes del Pentágono que quieren resolver a su modo los problemas nacionales, y a los grandes capitalistas que mandan en la Casa Blanca, que no nos dejaremos utilizar para permitir que unos pocos privilegiados sigan acumulando dinero tranquilamente, mientras hay muchachos subalimentados y carentes de instrucción; que no apoyaremos la supremacía blanca sobre 22 millones de negros oprimidos y carentes de cualquier posibilidad de asumir un control sobre su propio destino; y que no empuñaremos las armas para sofocar la voz de nuestra población estudiantil que ve estas injusticias y exige que cesen. Debemos informar a nuestros comandantes que nuestra tarea no es la de luchar contra nuestro propio pueblo[11].
… La situación es ésta: los peces gordos del ejército son socios de los negocios de los peces gordos de la industria, los cuales proporcionan suministros al ejército con beneficios enormes…[13]
Las luchas llevadas a cabo por los soldados constituyen la mejor «educación» sobre la naturaleza del sistema. Y si estas luchas encuentran un apoyo crítico, si se insertan en el marco de una lucha de larga duración contra todo el sistema capitalista, es posible superar el contraste entre actitud política y actitud individual, que da lugar a breves períodos de sensibilización general en torno a problemas específicos, y a largos períodos de frustración y apatía entre una lucha y otra. Visto así, el ejército es un punto fundamental para el ataque al imperialismo y al racismo. En el ejército, los soldados se convencen claramente de que el imperialismo y el racismo no responden en absoluto a sus intereses, ni siquiera a los más estrictamente materiales. Nuestra experiencia de proyecciones de filmes del partido de los Panteras Negras demuestra que los blancos están plenamente disponibles apenas comprenden que una revolución negra responde también a sus intereses, y cuando descubren que hay otros blancos que apoyan esa revolución sin considerar a los soldados como unos «cerdos». Uno de los métodos para llevar la conciencia de los soldados de un nivel corporativo a un nivel más general, sobre posiciones de clase, consiste en poner al soldado en contacto con las luchas que se desarrollan fuera del ejército. Este trabajo ha sido iniciado en Fort Dix, donde los soldados han comenzado a encontrarse, y quizás a trabajar, con los Patriots, con los Panteras Negras, con los Young Lords. Otra posibilidad, también en América, sería la de ir a encontrar los piquetes de la General Electric en huelga. Otro trabajo importante es el de relacionar a los soldados que están a punto de ser licenciados con la gente que trabaja en las organizaciones obreras de diferentes partes de los Estados Unidos. Muchos de los soldados que hemos encontrado sólo se han politizado al final del servicio militar. La presión familiar y, en muchos casos, la vida en pequeños centros, serán grandes fuerza de reintegración en el sistema. La inevitable necesidad de supervivencia (el trabajo asalariado) corre el riesgo de ser interpretada como un abandono de las opciones revolucionarias precedentes… Nuestro movimiento de lucha en América está lejos probablemente de la construcción de un partido revolucionario, pero su proceso de construcción comienza con la actividad consciente del presente. Por este motivo consideramos que nuestra función es la de hacer surgir cuadros políticos de los soldados que han adquirido una conciencia de clase…[14]
(1972)
[1] Bajo el nombre de Movement («movimiento») confluyen todas las corrientes contestatarias de los años 60. Desde la disidencia reformista hasta a los más radicales de izquierdas, tanto corrientes apolíticas como políticas. Fue un movimiento muy heterogéneo en el que convergieron las influencias más distantes y diferentes [Nota de AyR].
[2] Cfr. The Movement Toward a New America cit., pág. 619.
[3] Ibid., pág. 463.
[4] Ibid., pág. 463.
[5] Cfr. «IT», 94, 17-31 de diciembre de 1970.
[6] Cfr. «The Bond», 22 de julio de 1969.
[7] Cfr. «Liberated Guardian», vol. II, n.º 2, 20 de mayo de 1970.
[8] Ibidem. Cfr. también Uncle Pluto, The Great American Frag, en «Frendz» nº 6 (34), 22 de julio de 1971, e It’s Just A School Hawai, en «OZ», 38, noviembre de 1971.
[9] Protesta de 27 soldados de la cárcel del Presidio (San Francisco) por el asesinato de un compañero, octubre de 1968; motín dirigido por 38 soldados en Fort Dix (New Jersey), con apoyo exterior e invasión del fuerte por parte de un «ejército del pueblo» compuesto de mujeres y estudiantes, junio-octubre de 1968; rebelión en Fort Bragg (North Carolina), julio de 1968; rebelión en la Long Binh Jail, Vietnam, agosto de 1968; rebelión en Da Nang, Vietnam, agosto de 1968; rebelión en Fort Jackson (South Carolina), junio de 1969; rebelión en Fort Dix, junio de 1969; motín en Fort Riley (Kansas), junio y después julio de 1969; en Camp Pendleton (California), septiembre de 1969; en Fort Polk, febrero de 1970; en Nuremberg (Alemania), marzo de 1970; en Fort Carson (Colorado) y Camp Lejeune (prisión de los marines), a mediados de 1970. Se trata de una lista incompleta. Cfr. Lotte rivoluzionarie in America. Il movimento di lotta dei soldati, a cargo del Collettivo CR, Turín, julio de 1970.
[10] Ibid., pág. 48.
[11] De una carta de Stephen Paul Rizzo, cabo de los marines reservistas, al diario «Marine Blues», enero de 1970; ibid., pág. 19.
[12] Estos son los datos referentes al número de oficiales empleados por las diez principales industrias suministradoras del ejército estadounidense: General Dynamics 113; Lockheed Aircraft 210; General Electric 19; United Aircraft 48; McDonnel Douglas 141; AT&T 9; Boeing 169; Ling-Temco-Vought 69; North American Rockwell 104; General Motors 17. Los datos están tomados de The Movement Toward a New America cit., pág. 147.
[13] The GI’s Book on Military Injustice, cit., en Lotte rivoluzionarie in America. Il movimento di lotta dei soldati cit., pág. 31.
[14] De «Liberation News Service», abril de 1970, cit. ibid., página 45.
[15] Cfr. Oleo Strut Is Recruiting, en «San Francisco Express Times», 17 de julio de 1968, cit. en The Movement Toward a New America cit., pág. 617; y Underground USO’s Support Our Boys, ibid., pág. 618. Para otras informaciones sobre las coffe-houses, cfr. Asimismo el ya citado Lotte rivoluzionarie in America. Il movimento di lotta dei soldati,passim.
[16] Una de las tácticas más usadas por la policía para «encerrar» (tobust) a un activista, es la de llegar al lugar con una cierta cantidad de droga y «descubrirla» después en algún lugar, durante el registro. Aunque las restantes imputaciones políticas se desmoronen, siempre quedará la acusación de posesión de estupefacientes. Hay que hacer notar a este respecto que uno de los artículos principales del «estatuto» de todas las organizaciones políticas del disenso interior más radical prohíbe categóricamente el uso (e incluso la mera presencia) de droga en los locales de la organización o durante reuniones de trabajo. Cfr., por ejemplo, el estatuto del Black Panther Party.
[17] La lista provisional —puesta al día en junio de 1970— comprende dieciocho coffee-houses, reunidas todas ellas bajo la US Servicemen Found, organización que presta ayuda jurídica y financiera a muchas coffee-houses y periódicos de soldados. Cfr. Lottte rivoluzionarie in America. Il movimento di lotta dei soldati cit., pág. 36.
[18] El ya citado Lotte rivoluzionarie in America. Il movimento di lotta dei soldati enumera cincuenta y tres. Para las direcciones de las coffee-houses y de los periódicos remito al mismo fascículo. Recuerdo finalmente la organización internacional con central en Londres. War Resisters Internacional, 3 Caledonian Rd., Londres N.1.