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El juez global del mundo de los negocios

Published on: lunes, 27 de abril de 2020 // ,


En nombre de la lucha contra la corrupción o la evasión fiscal, los EEUU imponen la legislación americana al resto del planeta. Al servicio de sus intereses.

Se llama Lorna G. Schofield: su altura es de 1,60 con tacones, pero tiene el puño de acero. En el transcurso de un decenio, esta juez federal de origen filipino se ha convertido en la bestia negra de las empresas mundiales. Una especie de justiciera con falda decidida a hacer respetar el orden. El orden americano, en todo caso. No lleva una pistola en la cintura, pero tiene una pila de libros de derecho sobre su mesa en su pequeño despacho en el tribunal de Manhattan. Es ella la que confirmó en mayo de 2015 la multa record de 8.900 millones de dólares contra el BNP Paribas. El motivo: violar los embargos americanos. Los juristas han creado una expresión alambicada para describir esta historia: la “extraterritorialidad del derecho americano”. Dicho de otra forma, la exportación de las leyes de EEUU más allá de las fronteras del país.

TODA TRANSACCIÓN EN DÓLARES CAE BAJO EL YUGO DE LA LEGISLACIÓN AMERICANA


El fenómeno no es de hoy, pero el arsenal jurídico del Tío Sam se ha complicado aún más en los últimos años. Para empezar está la famosa Foreign Corrupt Practices Act (FCPA) de 1977, cuya jurisdicción se extendió a empresas extranjeras en 1998, y que busca erradicar la corrupción del mundo de los negocios. Después está la ley Amato-Kennedy, de 1996, y que prohíbe a todo estado o empresa invertir más de 4 millones de dólares en un cierto número de estados (Libia, Sudán, Irán…). La ley Helms-Burton por su parte prohíbe todo “trafico” con Cuba de bienes que hayan pertenecido directa o indirectamente a americanos (o cubanos que hayan recibido la nacionalidad) antes de la Revolución cubana. Hay que añadir además el tratado Ofac, que prohíbe todo tipo de negocios con las personas u organizaciones incluidas en la famosa lista negra del Departamento del Tesoro de EEUU. Basta con usar un solo dólar en una transacción para caer en el yugo de uno de estos textos. El procedimiento ya está muy bien engrasado. En caso de sospecha de fraude o de trampas, se exige a la empresa en cuestión que demuestre su buena fe investigando si algo parecido tiene lugar en su seno. Si colabora, la multa será modesta. Pero si se niega, la multa puede ser millonaria. A lo que hay que añadir, además, la amenaza del embargo de sus bienes en los EEUU e incluso la prohibición de llevar a cabo sus actividades en territorio americano. El último instrumento que ha entrado en vigor hace dos años: la Foreign Account Tax Compliance Act (Facta), que concede al fisco americano poderes extraterritoriales para obligar a los bancos extranjeros a entregar todas las informaciones sobre las cuentas y bienes de los ciudadanos estadounidenses en todo el mundo. ¡Algo muy útil para perseguir la evasión fiscal! “Desde hace unos años, América muestra cada vez más su estrella de sheriff de los negocios internacionales”, señala Ali Laïdi, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales Estratégicas (IRIS).

Sanciones de EEUU a empresas extranjeras por no cumplir las sanciones impuestas por Washington

Pero, de hecho, ¿por qué quejarse? ¡Después de todo, luchar contra la corrupción o la financiación del terrorismo no es nada reprochable! Es la justicia americana la que ha destapado la corrupción generalizada en el seno de la FIFA. Y ha sido también la justicia americana la que, gracias a la Fatca, ha puesto de rodillas al banco suizo UBS y ha abierto la vía al intercambio automático de información entre las diversas agencias encargadas de recaudar impuestos de diferentes países para luchar contra la evasión fiscal.

UN “ESPIONAJE ADORNADO CON LAS VIRTUDES DE LA LEGALIDAD”


Pero detrás de las buenas intenciones brillan los dólares de los negocios. Así, de las 10 empresas que han castigadas con las mayores multas por corrupción por el Departamento del Tesoro americano, 7 son empresas extranjeras, y 3 de ellas son francesas. ¿Son acaso más virtuosas las empresas americanas? No necesariamente. “Cuando puedes decidir las reglas del juego, estás forzosamente en tu terreno, lo que te da una ventaja decisiva”, reconoce Stéphanie de Navacelle, abogada en Nueva York y París. Si el juego se vuelve mucho menos amenazador, es porque la multa se acompaña de la designación por la justicia americana de corporate monitors (vigilantes empresariales) encargados de vigilar, durante un periodo de tiempo que puede durar hasta 3 años, hasta las actividades más insignificantes de una empresa. “Pueden abrir todas las puertas. No hay dossier, por confidencial que sea, que escape a su control”, explica el abogado François Ameli. En 2014, un informe de la delegación parlamentaria sobre los servicios secretos, presidida por Jean-Jacques Urvoas, denunció abiertamente un “espionaje adornado con las virtudes de la legalidad”. ¿Cuantos “monitores” hay actualmente en BNP Paribas? Silencio embarazoso de los dirigentes del banco francés. Se habla de un equipo compuesto por entre 7 y 8 juristas…

Multas de la UE a empresas de EEUU

“La extraterritorialidad del derecho americano es una de las nuevas armas de la guerra económica moderna”, acusa Hervé Juvin, del observatorio Eurogroup Consulting. El ejemplo más destacado de los últimos meses: la apertura del mercado de Irán tras el acuerdo sobre el programa nuclear iraní en otoño de 2015. “El limbo legal, notablemente sobre la cuestión del carácter retroactivo de las sanciones por un periodo de 9 años si Irán no cumple sus promesas hace que todo el mundo esté andando sobre huevos”, dice el abogado de negocios Ardavan Amir-Aslani, residente en Teherán. Frédéric Sanchez, el CEO del grupo empresarial francés Fives, lo confirma: “Firmamos en enero un contrato para construir una fábrica de aluminio por un total de cómo mínimo 200 millones de euros, pero todo está detenido, por falta de financiación”. Lo mismo pasa con la multinacional francesa Suez, que no ha encontrado los 150 millones de dólares necesarios para poder llevar a cabo un proyecto para mejorar la calidad del agua en Teherán. Todos los grandes bancos europeos están paralizados por el caso BNP Paribas. Después de 8 meses, Airbus sigue esperando la luz verde del Departamento del Tesoro de EEUU para concluir un acuerdo con Iran Air para la venta de un centenar de aparatos. “Las empresas americanas no se benefician inmediatamente pero, al menos, el mercado sigue virgen”, dice Amir-Aslani. Como si América hubiese hecho suya la divisa de Lord Palmerston: “En la diplomacia no hay amigos o enemigos, tan solo intereses”.

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