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El dilema del impulso genético: podemos alterar especies enteras, pero ¿debemos hacerlo?

Published on: domingo, 24 de enero de 2021 // ,

por Jennifer Kahn


8 de enero de 2020


El impulso genético o genética dirigida, una nueva tecnología de ingeniería genética, podría ayudar a eliminar la malaria y evitar extinciones, si la humanidad decide desatar todo su potencial (el objetivo al publicar este artículo del es doble: por un lado, avisar sobre una tecnología apoyada desde las grandes empresas y financiada por Silicon Valley -entre otros por la Fundación Gates-, y que va a tener consecuencias gravísimas y a largo plazo y, por otro, mostrar un ejemplo más de como hoy día cualquier salvajada se justifica con el argumento de que "ayuda contra el cambio climático", AyR)


Una tarde de principios de verano de 2018, el biólogo Anthony James condujo desde su oficina en la Universidad de California, Irvine, hasta la sede de la Creative Artists Agency (Agencia de Artistas Creativos), un elegante rascacielos de vidrio y acero en Los Ángeles. Allí, cerca de 200 escritores, directores y productores, muchos de ellos involucrados en la realización de thrillers de ciencia y tecnología, se reunieron para un evento llamado Science Speed ​​Dating ('cita rápida con la ciencia', parafraseando las reuniones 'speed dating' que se usan para conocer a otras personas, AyR), donde James y otros científicos explicaban su trabajo. Las sesiones se organizaron, me contó James, "con la esperanza de aclarar los hechos al menos un poco".


Los asistentes fueron asignados a diferentes grupos, por lo que cada científico tenía solo siete minutos para describir su trabajo a un grupo antes de correr a la siguiente sala y comenzar de nuevo. "Había muchas escaleras, así que me quedaba sin aliento", recuerda James. "Llegaba jadeando". También se sintió un poco abrumado. Había ejecutivos con trajes caros, hombres y mujeres jóvenes que lucían inexplicablemente elegantes con jeans rotos y, según James, un número desconcertante de personas con sombrero. Pocos, si alguno, tenían un conocimiento profundo de la genética; un participante en particular siguió refiriéndose al "genoma oscuro", como si eso fuera una cosa. "Tuve que decirle: 'Los genetistas de verdad no suelen hablar así' ", dijo James.


Una mosca de la fruta Drosophila melanogaster diseñada con un impulso genético que provocó que tuviera ojos rojos fluorescentes


James comenzó su presentación con una breve descripción de las enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria y el Zika. Luego se dedicó con cautela a hablar de su propia área de experiencia científica: una invención oscura pero poderosa conocida como impulso genético. James comenzó señalando que dos padres humanos de ojos marrones a veces pueden tener un hijo de ojos azules, aunque solo si ambos padres tienen una copia del gen recesivo. Un impulso genético, explicó, era una herramienta que en algunas especies podía convertirlo en algo casi seguro. Por un lado, garantizaba que se heredaría un gen en particular, incluso si solo uno de los padres lo tenía. Y automáticamente insertaría el gen elegido en ambas copias del ADN de la descendencia, convirtiendo efectivamente un rasgo recesivo en uno dominante. Solo eso, explicó James, "te permite cambiar las probabilidades, por lo que obtienes ojos azules el 99% de las veces".


Sin embargo, lo que hizo que el impulso genético fuera realmente extraño y notable fue que no se detiene en la siguiente generación de descendientes. Generación tras generación, copiaría y pegaría sin descanso el gen que portaba, hasta que estuviera presente en cada descendiente. "Para la mayoría de las personas en la sala, se notaba que era la primera vez que oían hablar de esto", recuerda James. "Se podía ver que sus ojos crecían".


Esto importaba, explicó James, porque te permitía cambiar no solo una criatura, sino, potencialmente, una población entera y rápidamente. Unos meses después de que se descubriera la técnica en 2014, James diseñó dos mosquitos para que portaran un impulso genético que estaba vinculado a un gen del color rojo fluorescente que se enfocaría en los ojos de los mosquitos. Luego puso cada uno en una caja con 30 mosquitos ordinarios de ojos morados. A medida que los mosquitos se reproducían, producían descendencia: aproximadamente 3.900 después de dos generaciones. (Los mosquitos ponen muchos huevos). Bajo las reglas normales de herencia, debería haber habido un número igual de mosquitos de ojos rojos y de ojos morados. En cambio, cuando James abrió las cajas para controlar a la descendencia, todos menos 25 de los 3.900 mosquitos tenían los ojos rojos.


Leigh Dana Jackson, una productora que estaba adaptando una novela de fantasía llamada "La quinta temporada" para la televisión, fue una de las personas que asistió a la charla de James. "Estaba fascinada por el hecho de que esto ya sea real", me dijo. No fue difícil imaginar la versión de Hollywood de la historia del impulso genético: el científico rebelde decidido a destruir la agricultura global criando un ejército imparable de insectos (título provisional: “La plaga”); el titán corporativo corrupto que, ha pesar de haber sido advertido de que los impulsos genéticos pueden mutar salvajemente, silencia al investigador, decidido a sacar rendimiento de su inversión.



Hasta ahora, al menos, la realidad es menos espeluznante. Los impulsores genéticos aún no se han probado fuera del laboratorio, e incluso el proyecto más desarrollado hasta la fecha, el impulso genético antipalúdico en los mosquitos Anopheles, no estará ampliamente disponible durante al menos otros cinco años. Pero muchos científicos y expertos en salud pública creen que los beneficios podrían ser muy destacables. Además de combatir la malaria, los impulsores genéticos podrían usarse para alterar, o incluso eliminar, otros insectos causantes de enfermedades, desde las moscas de la arena que transmiten la leishmaniasis hasta las garrapatas que transmiten la enfermedad de Lyme en EEUU (debido a que la propagación de un rasgo ocurre a lo largo de generaciones, un impulso genético funciona mejor en especies que se reproducen rápidamente, como insectos y roedores, en lugar de, digamos, elefantes y personas). También podrían usarse para proteger especies en peligro de extinción. En las Galápagos, grupos ecologistas como Island Conservation y la International Union for Conservation of Nature (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) han explorado el uso de un impulso genético "exclusivamente masculino", uno que da como resultado solo descendencia masculina, para eliminar las ratas que están diezmando las poblaciones nativas de aves y tortugas, que actualmente se controlan mediante cebos envenenados. Y, entre los investigadores agrícolas, los impulsores genéticos se han propuesto como estrategia para combatir plagas invasoras de cultivos, como la mosca de la fruta de alas manchadas, sin tener que usar pesticidas.


Por ahora, sin embargo, gran parte del potencial de los impulsores genéticos sigue siendo muy especulativo y hay una gran cantidad de incógnitas. En un informe de 2016 que lo apoyaba con cautela, la Academia Nacional de Ciencias advirtió que siguen existiendo "lagunas considerables en el conocimiento" sobre los impactos ecológicos y evolutivos de los impulsores genéticos. ¿Podría ser que el uso del impulso genético para detener un virus solo sirviese para abrir el camino a otro aún más maligno? ¿Podría saltar entre especies relacionadas entre ellas? ¿Cuáles serían los efectos ambientales, si los hubiera, de alterar los genes de especies enteras? ¿Qué consecuencias tiene eliminar una especie por completo?


Para los participantes en la cita rápida con la ciencia, al menos, esas preguntas parecían importantes. "Estás pensando, bueno, si hablas de un científico benévolo que usa esto, genial", me dijo Jackson más tarde. "¿Pero qué pasa si ocurre lo contrario?". Durante la sesión de preguntas y respuestas posterior, recordó Jackson, uno de los asistentes pareció especialmente alarmado, presionando a James acerca de cómo los impulsos genéticos podrían usarse en manos de una potencia extranjera sin escrúpulos. "¡Era el personaje de Jeff Goldblum!" bromeó Jackson (en referencia al científico de la primera parte de Parque Jurásico, AyR).


"Extinción por encargo": La tecnología del impulso genético, según The Economist


Hollywood, por supuesto, no es un test preciso sobre cómo es probable que el público reciba una nueva tecnología. Pero tampoco es una mala aproximación. Al igual que los guionistas, la mayoría de nosotros tendemos a gravitar hacia los ejemplos más extremos del potencial de una tecnología, su capacidad para salvar el mundo o destruirlo. Los impulsos genéticos parecen casi hechos a medida para aprovechar nuestros peores miedos: una tecnología poderosa e invisible que se propaga por sí sola y lleva a cabo una transformación fundamental de la naturaleza. Es una situación que prácticamente nos invita a imaginarnos corporaciones malvadas en movimiento, o experimentos militares secretos enloquecidos.


Como dice Alta Charo, profesora de derecho y bioética en la Universidad de Wisconsin, Madison, sobre nuestra capacidad de ingeniería genética: "En un nivel muy instintivo, existe la sensación de que estas son cosas que se supone que los humanos no deben hacer". Y continúa: "En los años en que los impulsos genéticos no eran muy efectivos, tampoco eran muy arriesgados. Es una situación divertida: cuando la tecnología es débil, quieres mejorarla. Pero cuando eso sucede, de repente todas estas cosas que estabas imaginando se vuelven posibles. Puedes hacer ese nuevo animal o puedes acabar con toda esa especie. Y si resulta que hacer eso ha sido una mala idea, significa que tendrás que hacer frente a las consecuencias".


UNA PARADOJA DE LOS AVANCES CIENTÍFICOS es que pueden parecer a la vez fluidos e inevitables. Los investigadores pueden trabajar de manera incremental durante décadas, sin estar seguros de si su trabajo conducirá a algo, solo para descubrir que de repente han desarrollado una tecnología que plantea todo tipo de preguntas del mundo real para las que nadie tiene respuesta.


Los impulsos genéticos surgieron de la siguiente manera: los investigadores de la malaria pasaron casi dos décadas tratando de crear impulsos genéticos con el objetivo de frenar la enfermedad, pero nadie pudo hacer que funcionaran muy bien. En sus 10 años de intentos, James logró aumentar la probabilidad de que un rasgo se heredara en solo un 1% o 2%. Luego, casi por casualidad, un nuevo desarrollo transformó los impulsores genéticos, que pasaron de ser una ciencia anticuada a convertirse en tecnología punta.


En 2014, Valentino Gantz, un estudiante graduado de ciencias biológicas de 30 años de la Universidad de California en San Diego, estaba luchando por terminar su tesis, un proyecto abstruso sobre el desarrollo de las alas en las moscas. Las moscas de la fruta generalmente tienen cinco venas grandes en sus alas, pero en aquellas con una mutación genética particular tan sólo crecen cuatro. Gantz había pasado seis meses tratando de ver si el gen que controlaba la vena faltante en una especie de mosca haría algo similar en otra.


Tres moscas de la fruta Drosophila melanogaster diseñadas para llevar un impulso genético. La mosca de ojos azules es un intento temprano de estudiar el uso de un impulso genético para crear cambios radicales en el ADN de una mosca


El proyecto no iba muy bien. La ingeniería genética es un trabajo meticuloso. Gantz comenzó fabricando un gen que causó la mutación de la vena faltante; luego usó una aguja de vidrio fina como un cabello para inyectarla en huevos de mosca, cada uno del tamaño de un grano de arena. El proceso funcionó, según Gantz, aproximadamente una vez de cada cien. Incluso entonces, la mosca resultante obtuvo solo una copia del gen defectuoso y se necesitaron dos para producir la vena faltante. Debido a que el gen era recesivo, además, la única forma de saber qué mosca adulta lo recibió era mirándolo. La única opción de Gantz era diseñar ciegamente y cruzar decenas de moscas, con la esperanza de que dos portadores de la mutación recesiva eventualmente se encontraran y aparecieran. Pero hasta ahora, a pesar de cientos de horas de trabajo, Gantz no había logrado generar ni una sola mosca mutada.


Entonces tuvo una idea radical. La edición de genes se basa en una herramienta llamada Crispr, que en sí misma es un gen, que se encuentra originalmente en bacterias. Con algunas modificaciones, Crispr se puede utilizar para cortar y pegar fragmentos de ADN casi como un procesador de textos. Gantz decidió utilizar Crispr para insertar no solo un gen alterado en particular, sino también una copia de la propia herramienta de edición Crispr: los dos estarían unidos. Esto creó una especie de función de copiar y pegar en serie; el gen alterado se insertaría en ambas copias del ADN, en lugar de solo en una, convirtiendo de hecho un rasgo recesivo, como la ausencia de una vena, en un rasgo dominante.


La capacidad de generar dobles recesivos habría sido una valiosa herramienta de laboratorio en sí misma. Pero hubo más. Ponga ADN diseñado en la mayoría de las células (células de la piel, células del cerebro, etc.) y creará un cambio único en la persona que recibe esas células. La excepción es si el ADN alterado se coloca en una célula germinal: las células que se convierten en espermatozoides y óvulos. Gantz y su asesor de tesis, Ethan Bier, profesor de biología celular y del desarrollo en UC San Diego, decidieron intentar colocar la maquinaria de edición Crispr en una célula germinal, junto con el gen al que estaba originalmente vinculado. Esto, esperaban, haría que se copiara implacablemente en cada huevo que pusiera una mosca, esencialmente garantizando que un rasgo se heredaría y seguiría propagándose con cada generación.


La investigación científica está llena de ideas tentadoras que no dan resultado, y Gantz y Bier sospechaban que esta podría ser una de ellas. "Yo diría que casi todo el mundo asumió que no iba a funcionar", me dijo Gantz. "La sensación era más como, '¿Oye, ¿por qué no intentarlo?' ".


Gantz crió una ronda de moscas de la fruta que habían sido diseñadas para transportar tanto la maquinaria Crispr como una sola copia de un gen recesivo para la coloración amarilla. Mientras maduraba el primer lote, Gantz miró dentro de los frascos, solo para ver lo que parecían ser moscas marrones ordinarias. "Le dije a Ethan, 'No ha funcionado' ", recuerda Gantz. "Estaba realmente destrozado". Bier le aconsejó que esperara un poco más para que las moscas se desarrollaran. Cuando Gantz miró de nuevo a la mañana siguiente, vio una mosca que era amarilla, luego otra y otra. "Fue entonces cuando comencé a pegar saltos", me dijo.


Sin embargo, todavía no estaba claro si el proceso de copiar y pegar continuaría en la descendencia de las moscas, por lo que Gantz preparó una segunda ronda de moscas, obtenida mediante la reproducción de las moscas amarillas de primera generación con las marrones comunes. Al mismo tiempo, él y Bier comenzaron a escribir un artículo sobre su descubrimiento, con un plan para incluir los resultados en la descendencia en el último minuto si el experimento terminaba funcionando.


Artículo en la revista Science sobre el descubrimiento del impulso genético (PDF)


La segunda generación de moscas debía madurar el 28 de diciembre y, a medida que se acercaba la fecha, Bier y Gantz pasaron horas discutiendo los posibles resultados. El día de Navidad, Bier invitó a Gantz a almorzar en su casa. Los dos hablaron durante la mayor parte del día, discutiendo detalles relacionados con el periódico y luchando con los problemas éticos y de seguridad que podría plantear su avance. "Esa tarde, atravesamos todo tipo de preocupaciones", recordó Gantz. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si algunas de las moscas manipuladas se escapasen y comenzaran a propagar su mutación en la naturaleza? También estaba la cuestión de si tal herramienta podría usarse como arma, por ejemplo, saboteando a los polinizadores que apoyan la agricultura o alterando los genes de insectos silvestres inocuos para que pudieran transmitir enfermedades. "En un momento determinado, pensamos:¿Deberíamos publicar esto?", recordó Gantz.


Para comprobarlo, Bier llamó a otro científico, Hugo Bellen, conocido por su trabajo en la genética de la mosca de la fruta. Como recuerda Gantz, Bellen le dijo a Bier: " 'Cuando tienes un resultado, no es ético no publicarlo'. Así que decidimos seguir adelante".


LOS IMPULSORES GENÉTICOS SON la última de una serie de nuevas herramientas genéticas diseñadas para ayudarnos a mejorar nuestro medio ambiente o nuestras vidas. Pero si bien nos hemos vuelto expertos en hacer avances tecnológicos, en su mayoría no hemos logrado crear foros reales para hablar sobre ellos. "Hay grandes preguntas filosóficas que se han planteado en varios puntos pero nunca se han respondido", dice Ben Hurlbut, historiador de la ciencia en la Universidad Estatal de Arizona. "Como por ejemplo, ¿Qué pinta tiene un buen futuro, y quién decide?".


Con el crecimiento del populismo y un menor número de personas dispuestas a confiar en el juicio de los reguladores y científicos, la retórica en torno a las innovaciones complejas se ha polarizado cada vez más, con ambos lados estancados en una batalla de alto riesgo por la opinión pública. Muchos científicos con los que hablé citaron la introducción de alimentos modificados genéticamente como un punto de inflexión; la reacción paralizó efectivamente todo ese campo. "El nivel de escepticismo organizado en torno a los alimentos transgénicos fue una fase completamente nueva", me dijo Charo. Por un lado, el proceso, que implicó, por ejemplo, injertar un gen de lenguado en un tomate para hacerlo resistente a las heladas, a la mayoría de la gente le pareció vagamente espeluznante. Quizás más angustiante, sin embargo, fue que la tecnología estaba controlada principalmente por el gigante agrícola mundial Monsanto, que no solo tenía las patentes de las nuevas semillas, sino que también comenzó rápidamente una agresiva campaña de marketing global para persuadir a los agricultores de que se pasaran a usar sus líneas de semillas patentadas.


Un mosquito Anopheles stephensi equipado con un impulsor genético y diseñado para que no pueda transmitir la malaria


"En el caso de los alimentos transgénicos, en los primeros años, Monsanto realmente definió el contexto", dice Charo. "Y fue un desastre. Su interés financiero en la propiedad intelectual y su interés regulatorio en asegurarse de que estos productos pudieran llegar al mercado se combinó con la ciencia, por lo que nadie estaba dispuesto a confiar en el tipo de investigación que estaban haciendo. El resultado final fue que toda la investigación sobre GMO (organismos modificados genéticamente, AyR) se vio afectada".


Todd Kuiken, investigador del Genetic Engineering and Society Center (Centro de Ingeniería Genética y Sociedad) de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, dice que "básicamente fue una lección sobre cómo no hacer las cosas". Pero, señaló, el "error de Monsanto" también alertó a los investigadores sobre la necesidad de un enfoque más transparente y colaborativo. Con los impulsores genéticos, grupos como Target Malaria, un consorcio de investigación sin fines de lucro administrado por el Imperial College de Londres y financiado en parte por la Fundación Bill y Melinda Gates, han enfatizado que el despliegue de mosquitos modificados en África debería ser "una decisión africana". Los gobiernos locales y nacionales trabajarían con organizaciones reguladoras como la ONU y la OMS, que han propuesto los marcos en los que probar y liberar mosquitos modificados genéticamente. En EEUU, los desarrollos recientes en genética, incluidos los impulsores genéticos, han creado un mercado en auge para los especialistas en ética, así como para los llamados especialistas en lograr compromisos, que tienen el problema poco envidiable de descubrir cómo hacer que la gente reflexione de verdad sobre un área de investigación confusa y altamente técnica.


Hasta ahora, al menos, el proceso ha sido difícil. En la Convención de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica en Sharm el Sheikh, Egipto, en noviembre de 2018, una coalición de grupos activistas comparó los impulsos genéticos con la bomba atómica y acusó a los investigadores de utilizar la malaria como caballo de Troya para encubrir el desarrollo de impulsos genéticos agrícolas con fines de lucro para las grandes corporaciones. Los científicos que trabajan con la Fundación Gates, a su vez, acusaron a los activistas de intentar secuestrar la reunión y rechazaron los pedidos de una moratoria global de la investigación. "El informe que he recibido hasta ahora es que ha habido muchos gritos", me dijo con tristeza un experto en políticas.


Natalie Kofler, quien asistió a la conferencia y dirige una iniciativa global para el desarrollo responsable de tecnologías genéticas, describió la atmósfera como "bastante bruta". Kofler me dijo que las ONGs como Target Malaria tienden a desestimar las afirmaciones de los activistas, lo que a su vez alimenta la sensación de que los activistas no son escuchados. "Existe una idea general de que estos grupos no son científicos, por lo que sus argumentos son menos válidos", dice. Por otro lado, prosiguió, algunos grupos de activistas han comenzado a comportarse de maneras deliberadamente incendiaria. Un puñado de pequeñas ONG, conocidas colectivamente como SynBioWatch, han comenzado a describir a los investigadores de impulso genético como una camarilla y a utilizar tácticas más típicas de las campañas de desinformación política (presentar solicitudes de FOIA para miles de correos electrónicos, y luego publicando el resultado -una mezcla banal de charla de investigación y planificación de conferencias- calificándolo como un "tesoro" de pruebas ocultas). Varios científicos con los que hablé describieron sentirse asediados; una había sido objeto recientemente de una solicitud de información pública para los correos electrónicos de su universidad, presentada por una activista que también hizo comentarios despectivos sobre ella y su hijo. Otro describió haber visto foros en línea secuestrados por grupos que buscaban mezclar los impulsores genéticos y los organismos genéticamente modificados. Durante el verano, una organización canadiense conocida como ETC Group lanzó una baraja de cartas que mostraba los usos potencialmente alarmantes a los que se podrían aplicar los impulsores genéticos. Una tarjeta mostraba una imagen de caricatura de una abeja conducida por genes que supuestamente podría controlarse con un rayo de luz; otro mostraba un mosquito antipalúdico de aspecto agresivo con la advertencia vaga pero ominosa, "Camufla la historia real de los impulsores genéticos".


Las cartas del ERC Group (imágenes, texto)


Jim Thomas, codirector ejecutivo de ETC Group, reconoce que el ejemplo de las abejas fue muy especulativo, aunque señaló que alguien presentó una patente para tal idea. Pero lo defiende como un contraataque necesario a lo que él considera un enfoque engañoso en "aplicaciones salvadoras de alto nivel", como los esfuerzos contra la malaria y la conservación delmedio ambiente. "La discusión desde el principio se ha enmarcado en los mejores escenarios posibles", dice Thomas. "Y hay una especie de falta de voluntad para discutir a dónde irá esta tecnología más allá de eso. Lo que nosotros vemos es, al menos, que se trata de una tecnología agrícola: que tendrá su mayor aplicación en la agricultura y el sistema alimentario. Y también es una tecnología que interesa a los militares. Pero no hay ninguna discusión al respecto".


Jugar con los miedos en torno a los peores escenarios puede ser una táctica poderosa. Dietram Scheufele, que estudia la comunicación científica y política en la Universidad de Wisconsin, Madison, dice que los científicos generalmente son mucho peores que los grupos activistas en la formación de la opinión pública, en parte porque tienden a depender del razonamiento lógico y los hechos, mientras que los grupos activistas aprovechan más los valores y las emociones inconscientes, como usar el término "Frankenfoods" para describir los organismos genéticamente modificados. "Es realmente una forma brillante de presentarlo", dice Scheufele. "El mensaje es: 'La ciencia está juntando dos cosas que no van juntas. Y se pierde el control de esas cosas y se escapan del laboratorio, y todo se debe a la arrogancia científica'. Y luego tienes la respuesta científica, que es alguien que dice: 'En realidad, eso no es del todo correcto. Déjame explicarte esta cosa complicada...' ".


Para el profano, clasificar puntos de vista tan dispares puede resultar confuso. "Si habla con la mayoría de los miembros y delegados en la conferencia, ni siquiera habían oído hablar de los impulsores genéticos antes", dice Kuiken. "Y luego escuchan a la gente decir que o con esto vamos a acabar con la malaria o lo contrario, que va a destruir el planeta y entregar el control a las grandes empresas del sector agrícola (Big Ag). Quiero decir, ¿qué haces con eso?".


La técnica del impulso genético (Gene Drive): La posibilidad de que un insecto herede una modificación genética (NARANJA) a lo largo de cuatro generaciones es limitada en la naturaleza (arriba), y se convierte en dominante con el impulso genético (abajo)


EL PRIMER LUGAR EN EL QUE UN IMPULSO GENÉTICO se usará probablemente es en Burkina Faso, el país de África Occidental que carece de costa. Abdoulaye Diabaté es biólogo de vectores y jefe del laboratorio de entomología médica del Institut de Recherche en Sciences de la Santé, en la segunda ciudad más grande del país, Bobo-Dioulasso. Me dijo que en Burkina Faso, los mosquitos portadores de malaria ya eran resistentes al insecticida piretiroideo que se usa en los mosquiteros y que las tasas de enfermedad estaban comenzando a aumentar. "Si miras el perfil de resistencia a los insecticidas de África, verás que su centro está en África Occidental", dijo Diabaté cuando hablé con él por teléfono la primavera pasada. "Entonces, cuando el Imperial College se acercó a nosotros en 2012 con el tema de mosquitos contra la malaria creados con impulsores genéticos, pensamos: esto es realmente algo fantástico, realmente importante para nosotros, y debemos involucrarnos en ello".


En colaboración con Target Malaria, el equipo de Diabaté llevó a cabo una investigación y también inició un proceso gradual de divulgación y educación. "Hemos tratado de llegar a mucha gente", dijo Diabaté. "Desde el nivel básico, en las aldeas, hasta los niveles más altos del gobierno, así como periodistas, otros científicos, la comunidad religiosa, las autoridades regionales".


La persona a cargo de la divulgación en los pueblos, la Dra. Léa Paré Toé, dijo que el grupo comenzó simplemente haciendo balance. "Hicimos una especie de investigación básica", me dijo. "¿Cuál es el nivel de comprensión de la malaria? Y descubrimos que la mayoría de la gente sabía que la malaria es transmitida por mosquitos. Pero también pensaban que la lluvia puede transmitir la malaria o que es causada por alimentos dulces. Así que había cierta confusión".


Paré Toé y Diabaté comenzaron explicando la biología de los mosquitos y paseando a los residentes a través de las actividades de rutina del laboratorio: recolectar mosquitos para estudiar patrones de reproducción o medir el rango de las especies. "También hablamos sobre el concepto de investigación", dijo Paré Toé, "porque necesitábamos explicar esta idea a la comunidad. Era algo nuevo".


El idioma local principal, el dioula, no tenía una palabra para "gen" o "modificado genéticamente", por lo que el equipo de Paré Toé también trabajó con lingüistas para desarrollar un léxico de términos. Como me lo describió Paré Toé, el grupo comenzó por sondear a los residentes. "Deciamos: '¿Hay una palabra en el idioma local que pueda explicar estas ideas?' Y luego volvíamos con algunas palabras".


Valentino Gantz, quien inventó la técnica de impulso genético con Ethan Bier, en su laboratorio de la Universidad de California en San Diego


Posteriormente, el grupo contrató a un lingüista, el Dr. Daouda Traoré, para desarrollar un glosario, que compararon con su propia lista y luego probaron en la práctica. "Para nosotros, lo más importante no fue encontrar un término dioulan que fuera el equivalente de una frase en particular, como 'modificación genética', sino encontrar una manera de explicar lo que realmente significa el concepto", agregó Traoré. "Todo el proceso tomó bastante tiempo".


Al mismo tiempo, Target Malaria comenzó a trabajar con las agencias reguladoras del país, incluida la Agencia Nacional de Bioseguridad y el Ministerio del Medio Ambiente, para crear un proceso de aprobación por etapas. El primer paso, en 2016, fue la importación de 5.000 huevos de mosquito modificados para que los machos fueran estériles pero no portaran un impulso genético. (En julio se produjo una liberación de mosquitos estériles). Suponiendo que el proceso actual continúe, los primeros mosquitos impulsores genéticos eventualmente serían traídos desde Italia: Burkina Faso no tiene las instalaciones de laboratorio que permitirían a los científicos desarrollar de manera segura el impulso genético en mosquitos, que luego son criados y probados en laboratorio para comprobar, entre otras cosas, si efectivamente pueden competir y aparearse con las cepas endémicas (el principal mosquito portador de malaria en África occidental es Anopheles gambiae, pero las versiones de laboratorio de la especie son genéticamente diferentes de los Anopheles salvajes).


Aun así, Delphine Thizy, quien actúa como enlace entre Target Malaria y las comunidades locales en Burkina Faso, estima que pasarán al menos cinco años antes de que pueda comenzar el proceso para traer mosquitos con impulsores genéticos a África, y muy probablemente una década antes de que los mosquitos con impulso genético contra la malaria están disponibles para su uso en cualquier país (tras ser aprobados por la Organización Mundial de la Salud). Pero también advierte que el proceso podría ser mucho más lento y que "si la gente lo rechaza, podría simplemente detenerse".


Si bien la mayoría de los países africanos siguen oponiéndose a los cultivos transgénicos, en parte debido a su conexión con las corporaciones multinacionales, el apoyo a la tecnología de impulsión genética para contrarrestar las enfermedades se ha mantenido alto hasta ahora (en la reunión cumbre de la Unión Africana en 2016, la asamblea estableció un panel para explorar el uso de tecnologías emergentes, incluido el uso de impulsores genéticos para eliminar la malaria). Según Hudu Mogtari, quien trabaja en el apoyo regulatorio para tecnologías emergentes para la Agencia Pan-Nacional de Desarrollo de la Unión Africana, un cambio importante ha sido la colaboración entre científicos africanos y europeos en el desarrollo de la tecnología, lo que ha ayudado a disipar las acusaciones de que Target Malaria está practicando "medicina colonial" y lavando el cerebro a los aldeanos y líderes africanos, argumentos que, según él, están siendo impulsados ​​principalmente por grupos occidentales anti-OGM. "Esto no es algo de cosecha propia, es muy obvio", me dijo. "Estos son activistas profesionales" (¿y la idea de preocuparse de crear un lenguaje para que la tecnología sea aceptada por la población, algo típico de occidente, hay que creer que ha sido una idea espontánea y obtener la financiación necesaria para ello también?, AyR).


Según la web de Target Malaria, sus principales financiados viene de Silicon Valley: la Fundación Gates, y el Open Philantropy Project Fund, creado por uno de los cofundadores de Facebook


En agosto de 2018, AUDA también inició un programa diseñado para facilitar el debate en torno a un impulso genético contra la malaria, con el objetivo de ayudar a expertos y ministros de diferentes países de África Occidental a crear pautas compartidas para la tecnología. "Estamos tratando con un organismo vivo modificado que puede cruzar fronteras", dijo Mogtari secamente. "Así que no tenemos respuestas a algunas de las preocupaciones que se están planteando. Pero al menos esta plataforma permitiría debatir esas preocupaciones".


Mientras tanto, agregó, la agencia ha comenzado a organizar sesiones de información para científicos de otros campos, a quienes describe como influyentes pero a menudo desinformados. "Tenemos estaciones de radio, estaciones de televisión que llamarán a un científico y decirle: 'Hemos oído hablar de la tecnología del impulso genético. ¿Qué te parece?' ¡Pero este puede ser un profesor en un campo completamente diferente que no tiene nada que ver con la genética o la edición del genoma! Y en lugar de ser honestos y decir: 'No sé', hablarán. Y lo que diga esta persona, determinará lo que piense la gente. Porque la opinión del público no especializado es que, una vez que dices que la persona es un científico, deben saberlo todo" (dicho de otra forma, están dedicándose a intentar evitar que surja un movimiento que critique el convertir el campo de África en conejillo de indias para las tecnologías desarrolladas por occidente y sus corporaciones agrícolas, AyR).


En las sesiones de información, recordó Mogtari, las preguntas iban desde relativamente informadas (¿la eliminación de los Anopheles afectaría la cadena alimentaria?) a las más absurdas (¿los mosquitos modificados de repente podrían transmitir el VIH?). Cuando le mencioné esto al Dr. Diabaté, se rió. "La gente no tiene un conocimiento muy bueno de la biología de los mosquitos y el parásito de la malaria, y cómo la interacción entre estos dos permite que un mosquito transmita una determinada enfermedad", dijo. "Pero estas son preocupaciones que la gente tiene muy a menudo, por lo que hay que abordarlas".


Mogtari estuvo de acuerdo. "Por lo general, cuando la gente asiste a las reuniones por primera vez, se nota por sus comentarios", me dijo. "Son cosas que han leído en los medios de comunicación. Sobre cómo los mosquitos crecerán hasta tener el tamaño de helicópteros. O cómo puedes obtener algo que es mitad humano, mitad mosquito. Y es bueno, porque mientras celebramos nuestras reuniones, realmente ves el cambio de opinión. Las personas que están vehementemente en contra de esto, cuando se les dan los hechos, cambian de opinión por completo. Y, sabes, es gratificante cuando pasas por ese proceso. Pero también hay mucha más gente ahí fuera. No todo el mundo puede asistir a estas reuniones".


En agosto de 2015, líderes mundiales del campo de la genética advirtieron que el impulso genético podría desencadenar una reacción en cadena en la naturaleza


EN SU LIBRO "El mago y el profeta", el periodista Charles C. Mann escribe que hay dos tipos de personas: los magos, que ven la ciencia y la tecnología como nuestra mejor esperanza para la supervivencia humana, y los profetas, que creen que la raza humana sólo sobrevivirá si podemos limitar nuestro crecimiento y vivir con sencillez, revirtiendo los cambios provocados por la agricultura, el desarrollo y el consumo modernos.


En la práctica, la mayoría de nosotros somos un poco de ambos. Queremos automóviles y aviones, computadoras portátiles y luces eléctricas, comida barata y medicamentos que funcionen. Nuestras vidas, entendemos, son mucho mejores de lo que hubieran sido hace 200 años, y no hablemos de hace 400 años. A pesar de todo esto, es difícil no preocuparse por el costo. Deforestación, cambio climático, especies enteras desaparecidas de la tierra: se lee como un catálogo de nuestros pecados, el precio de nuestro progreso. Más que eso, sospechamos que será nuestra ruina.


Esto parece especialmente cierto en un momento en que un solo científico rebelde tiene el poder de cambiar años de cuidadosas restricciones. Mientras estaba en marcha la Convención sobre la Diversidad Biológica, He Jiankui, investigador de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur de China, anunció que nueve meses antes había utilizado la técnica de edición de genes Crispr para alterar embriones humanos, que luego implantó en el útero de una mujer. Esa mujer dio a luz a dos gemelas, creando los primeros bebés editados genéticamente del mundo. La noticia causó un gran revuelo, en parte porque creó los embriones a pesar de un acuerdo entre los investigadores de que la edición de la línea germinal en embriones humanos todavía era demasiado arriesgada para ser utilizada fuera del laboratorio. El director de los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health), el Dr. Francis S. Collins, emitió una declaración mordaz citando la "disposición profundamente inquietante del Dr. He y su equipo para desobedecer las normas éticas internacionales". Aunque más tarde fue sentenciado a tres años de prisión, el genio estaba fuera de la botella.


En la práctica, un impulso genético funcional es más difícil de hacer y de implementar que un solo embrión editado. Pero el riesgo es claro: existen límites para la eficacia de la autovigilancia científica. Como dice Jim Thomas del ETC Group: "Hasta ahora, todas las propuestas en torno a los impulsores genéticos son cosas como códigos voluntarios de ética y acuerdos entre donantes. No son vinculantes de ninguna manera, así que hasta qué punto se pueden hacer cumplir y quién sería responsable en caso de problemas -no existe nada al respecto".


Una larva de Anopheles stephensi con fluorescencia de un impulso genético, en el laboratorio del biólogo Anthony James de la Universidad de California en Irvine


Desde la convención de las Naciones Unidas, Kofler y otros que trabajan en la regulación de los impulsos genéticos han enfatizado la necesidad de la participación de la comunidad y el "consentimiento informado" -tanto como un bien moral (las personas merecen tener voz en las decisiones que les afectarán) como por razones prácticas (es más probable que las personas rechacen una tecnología si sienten que está impuesta desde el exterior)-. Ambas partes también apoyan la creación de un sistema regulatorio global neutral: algo confiable, transparente y ejecutable, con responsabilidades punitivas. Pero lo más probable es que sea difícil ponerse de acuerdo sobre cómo debería ser un sistema "neutral". Como lo ve Thomas, las instituciones globales que ya están involucradas en la discusión sobre los impulsos genéticos -la ON, la Organización Mundial de la Salud - están injustamente influenciadas por científicos y defensores de los impulsos genéticos. "Necesitamos alejarnos de un proceso expertocrático", me dijo.


Pero es difícil no sentirse nervioso por un sistema regulador en el que la opinión de expertos y laicos tienen el mismo peso. ¿Realmente queremos que el proceso de investigación científica y tecnología se vuelva democrático, uno en el que las decisiones fundamentales sobre la salud pública, como las vacunas y las medidas de control de vectores, se sometan a votación? Es difícil para la mayoría de nosotros examinar una maraña de hechos y afirmaciones complejas, por mucho que podamos presionar en favor de un "consentimiento informado". "¿Qué significa realmente 'participación pública' en este contexto?", dice Elizabeth Heitman, especialista en ética de la Universidad de Texas Southwestern, que ha estudiado la reacción del público a las tecnologías emergentes. "Significa hablar de una ciencia en desarrollo con muchas incertidumbres y una curva de aprendizaje realmente empinada".


Como la mayoría de los investigadores con los que hablé, James considera las incertidumbres en torno a los impulsos genéticos más como preguntas a responder que como incógnitas peligrosas o incognoscibles. "Cuando hablo con la gente sobre estas cosas, generalmente dicen: '¡Pero no sabes lo que va a pasar!' ", me contó James. "Pero es por eso que haces experimentos. Por eso los haces durante años".


Si esta actitud suena un poco ilusoria, ya que ningún experimento de laboratorio puede capturar todas las interacciones o efectos posibles de un impulso genético en la naturaleza, también parece reflejar algo más fundamental: la brecha entre cómo los científicos y los laicos piensan sobre la eficacia y el riesgo. James me dijo que creció como uno de los diez hijos de una familia que a menudo tenía problemas económicos pero también era rigurosamente intelectualmente. Su madre, que creció en Minnesota, estudió bibliotecología. Su padre era matemático e ingeniero aeroespacial para North American Rockwell, donde, entre otras cosas, ayudó a diseñar motores de cohetes para la nave espacial Apollo. Como familia interracial en la década de 1950, el padre de James era negro y su madre blanca, "no había muchas inclinaciones en favor de las doctrinas institucionales", me dijo. En lugar, los niños absorbieron una mezcla de cálculo pragmático y razonamiento lógico. "Con tantos niños, tenías que ser bastante empírico en tu toma de decisiones".


En la universidad, James decidió especializarse en biología y comenzó a trabajar en un laboratorio que intentaba encontrar las raíces genéticas del desarrollo mediante el estudio de anomalías en las moscas de la fruta, una versión temprana de la investigación de Gantz. En ese momento, recordó James, tenía un compañero de cuarto cuyo enorme y peludo perro se infestó de pulgas. Cuando James se quejó, el compañero de cuarto sugirió hacer un collar de brotes de eucalipto, que según él funcionaría como repelente natural. James tuvo una mejor idea. "Pensé: puedo arreglar esto en media hora", recordó. Las tiendas del laboratorio incluían una botella del pesticida malatión, y esa noche trajo una pequeña cantidad del polvo a la habitación "y lo esparció". A la mañana siguiente, las pulgas se habían ido.


Cuando James me contó esta historia, me pregunté si había entendido lo inquietantemente incauto que le hacía parecer el contarla. Pero a medida que avanzaba, me di cuenta de que esta podría no ser una lectura justa. Como parte de la misma conversación, James mencionó que su bisabuela, que era criolla, huyó de Nueva Orleans a fines del siglo XIX para escapar de una epidemia de fiebre amarilla, que luego mataría a más de una décima parte de la población total de Memphis.


En ese momento, se pensaba que la fiebre amarilla era una infección que se transmitía en la ropa sucia y se contagiaba por contacto físico. Unos años más tarde, un médico militar, el mayor Walter Reed, y un médico y científico cubano, Carlos Finlay, demostraron que los mosquitos Aedes aegypti estaban causando los brotes. El resultado fue una amplia campaña de erradicación. Se drenaron lagos y pantanos. Los que quedaron fueron cubiertos con aceite o pesticidas que mataron a las larvas de mosquitos. El proyecto salvó miles de vidas y transformó a EEUU. ¿Hacer lo mismo con los bosques y las sabanas de África sería más o menos invasivo que usar un impulso genético para eliminar los mosquitos Anopheles? (un ejemplo perfecto de dialéctica manipuladora, en la que se usa un argumento sobre  efectos cortoplacistas que nadie puede cuestionar, dejando de lado los efectos a medio y largo plazo de una tecnología que modifica el ecosistema y cuyos efectos aún no se conocen, AyR).


Cronología histórica de los organismos modificados genéticamente y el impulso genético, y su relación con África


Con su capacidad para crear cambios poderosos de manera invisible, la ingeniería genética puede resultar inquietante incluso para el más racional de nosotros. Los estudios de imágenes cerebrales de personas que se oponen fuertemente a los alimentos modificados genéticamente muestran que simplemente imaginar, digamos, comer un tomate transgénico hará que algunas personas tengan una poderosa respuesta de disgusto, como si se les pidiera que comieran gusanos. Cuando le mencioné esto a James, no pareció sorprenderse. "La gente es un poco rara con los genes", dijo encogiéndose de hombros. "Hay un miedo visceral. Y es difícil convencer a la gente de que supere ese tipo de miedos".


A petición mía, James me llevó al insectario donde su laboratorio en UC Irvine cría mosquitos modificados genéticamente para estudiar, por ejemplo, si pueden hacerse resistentes a la malaria. Debido a que James no trabaja con el parásito de la malaria en sí (subcontrató esa parte de la investigación a una instalación de contención en San Diego) el insectario en sí es comparativamente de baja seguridad, pero aún tenía múltiples puertas, habitaciones diseñadas para tener presión negativa y una cortina de plástico de resistencia industrial del tipo que se ve en los muelles de carga.


Debido a ello, la instalación parecía sorprendentemente hogareña: solo cuatro habitaciones pequeñas con estantes de alambre y contenedores para las diferentes cruces de mosquitos; en este caso, tinas de palomitas de maíz de cine selladas en la parte superior, luego reequipadas con un trozo de mosquitera grapada sobre una agujero en el costado del cubo (el laboratorio de James usa muchos contenedores, y estos fueron los más baratos que su técnico de laboratorio pudo encontrar). El efecto es alegre de manera incongruente, como un proyecto de ciencias de la escuela primaria de un futuro chiflado de alta tecnología. En cada tina, la red estaba flanqueada por la palabra "¡Palomitas de maíz!" sobre un fondo amarillo brillante.


Le pregunté a James si podía ver un mosquito portador de un impulso genético, y señaló uno de los baldes. Pero cuando miré, no pude evitar sentirme decepcionada. Aunque sabía que un impulso genético no sería visible ya que, después de todo, es solo un pequeño tramo de ADN, la parte de mí que vé la televisión todavía esperaba algo. En cambio, vi lo que parecía ser un mosquito común, algo que, tras un momento, se sentía de una forma casi más alarmante.


Entre los investigadores de la malaria, la principal preocupación no es que los impulsores genéticos sean demasiado poderosos, sino que no serán lo suficientemente poderosos. Por un lado, no está claro si un impulso genético, que puede cambiar rápidamente la descendencia de cientos de mosquitos cautivos en una jaula, hará lo mismo en el mundo real. "En la naturaleza, los mosquitos están muy dispersos", me dijo James. "Y no está claro cuánto interactúan entre sí: hay montañas, ríos. Es tan estocástico. Si el único macho de un área muere, no pasará nada en ese área".


En la naturaleza, incluso un pequeño cambio genético casi siempre incurre en lo que los científicos llaman un costo de aptitud: un insecto diseñado o no será tan resistente como sus pares salvajes, o no será una pareja atractiva. (El simple hecho de cambiar el color del pelaje de una mosca de la fruta de marrón a amarillo, como lo hizo Gantz, por ejemplo, reduce sus posibilidades de apareamiento en un 99%). Es probable que los cambios más radicales, como la creación de un mosquito que solo produzca descendencia masculina, se enfrenten a aún más resistencia. La naturaleza es buena para eludir todo lo que frustra la procreación.


Delphine Thizy, en una entrevista para la cadena de televisión France 24


Delphine Thizy de Target Malaria me dijo que debido a estos factores, la fundación no esperaba que los impulsores genéticos realmente eliminaran la malaria. "El objetivo es realmente simplemente agotar los mosquitos de un área lo suficiente como para que el ciclo parásito-insecto-humano colapse", agregó. "Si miras todos los obstáculos, los obstáculos físicos, como la geografía, así como las presiones evolutivas, es más probable que incluso un impulso genético realmente bien diseñado no se propague tan bien como pensamos" (dicho de otra forma, diseñamos una bomba biológica en forma de mosquito en occidente, y para probarlo vamos a aFrica para dejarlo libre y observar que consecuencias tiene en el ecosistema, aunque antes de hacerlo "damos por supuesto que no funcionará como pensamos"; un ejemplo brutal de la combinación de tecnología punta y neocolonialismo AyR).


Las investigaciones actuales sugieren que es probable que la propagación de los impulsos genéticos varíe de una especie a otra, y que algunas se propaguen lentamente, si es que lo hacen, y otras más rápida o ampliamente. La investigación también sugiere que los impulsores genéticos permanecen confinados a una sola especie en lugar de propagarse a otra relacionada a través del cruzamiento entre individuos de ambas especies. Pero no está claro si eso será cierto en todas las especies o en todas las condiciones (los investigadores también están trabajando en una variedad de estrategias de contención, incluidas las unidades que dejan de funcionar después de algunas generaciones). Y es muy difícil evaluar cuál podría ser el impacto ambiental de eliminar una especie, o incluso alterarla. Si bien los ecosistemas tienden a ser resilientes (muchas especies ya se han extinguido y no ha provocado un colapso sistémico), también son complicados y difíciles de modelar (una forma 'elegante' de reconocer que la ciencia tan sólo tiene nociones superficiales de cómo funcionan los ecosistemas que pretende alterar, AyR). La única forma de determinar de manera concluyente qué sucede cuando una especie cambia o desaparece puede ser probarlo y verlo (pero por si acaso tiene consecuencias desastrosas los científicos occidentales no lo prueban en su casa, sino que se van lo más lejos posible, a África, AyR).


Ethan Bier, quien se ha involucrado profundamente con la tecnología desde que él y Valentino Gantz lograsen su avance, enfatizó que las muchas aplicaciones potenciales probablemente tengan beneficios y riesgos extremadamente diferentes. La malaria, señaló, es uno de los casos más fuertes. Los estudios demuestran que es poco probable que reducir o incluso eliminar el mosquito Anopheles tenga un efecto ambiental significativo (pocas aves o animales dependen de él como fuente de alimento), y como es una de las 3.500 especies de mosquitos del planeta, su desaparición no lo afectaría apreciablemente la diversidad general del insecto. Y dado que la malaria mata a cientos de miles de personas al año, el argumento para no usar un impulso genético tendría que ser inusualmente fuerte. Bier recordó una conversación temprana en la que Gantz preguntó: "Imagínese que pudiera diseñar genéticamente un mosquito que le evitaría contraer cáncer. ¿La gente todavía se opondría?" (otro ejemplo del uso de argumentación sesgada que, en lugar de dar argumentos científicos, juega con ideas morales, y es especialmente despreciable por usarse para acallar voces criticas con el uso de una tecnología cuyos efectos no se conocen bien, AyR).


En la conservación y la agricultura, los impulsores genéticos también podrían tener un efecto profundo, con el potencial tanto de salvar especies en peligro de extinción como de reducir la cantidad de pesticidas actualmente en uso (todo esto es especulativo y no hay la menor prueba al respecto, AyR). Pero también implican riesgos. Nueva Zelanda ha discutido el uso de un impulso genético para erradicar la zarigüeya cola de cepillo australiana, que se alimenta de los nidos de aves nativas y cuyas poblaciones se controlan actualmente mediante trampas venenosas. Pero si se transportasen de Nueva Zelanda a Australia unas pocas docenas de zarigüeyas australianas con un impulso genético exclusivamente masculino, podrían devastar la población de zarigüeyas nativas. Los usos agrícolas son aún más graves. Si una corporación quiere usar un impulso genético para "cancelar" la resistencia a los herbicidas que algunas malezas han desarrollado ahora, ¿eso realmente beneficiaría al planeta, o simplemente a la corporación que ahora puede vender más del herbicida que causó inicialmente el problema?


Países en los que opera Target Malaria, según su web


En teoría, averiguar cómo responder a estas preguntas debería ser competencia de las agencias reguladoras del mundo, y la mayoría de los científicos están de acuerdo en que los impulsores genéticos deberán evaluarse caso por caso, de manera similar a cómo evalúa la Food and Drug Administration (FDA, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU) la seguridad de un nuevo tratamiento o medicamento. Pero regular una tecnología que no se detiene en la frontera de un país o de un estado es un problema nuevo. A diferencia de un pesticida químico, los impulsores genéticos son inherentemente móviles: pueden cruzar fronteras o incluso océanos. Y aunque algunas especies, como el mosquito Anopheles gambiae, portador de la malaria, solo existen en el África subsahariana, otras, como la rata noruega, están prácticamente en todas partes. Como dijo Kuiken: "¿Cómo se regula una tecnología que es indetectable, se propaga ella sola y puede volar? Si una comunidad no la quiere, ¿significa eso que las otras cuatro o cinco comunidades que lo rodean no pueden seguir adelante? ¿Cómo establecer un régimen de gobernanza internacional que permita tomar ese tipo de decisiones? Hasta ahora, no he visto ninguna propuesta que nos lleve allí" (el caso de Monsanto nos muestra el camino: en Canadá llevó a juicio -y ganó- a agricultores que se habían negado a usar sus semillas modificadas genéticamente, porque el viento o los elementos habían llevado algunas semillas a sus terrenos y habían creado en ellos, AyR).


La ONU y la International Union for Conservation of Nature (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) han creado grupos de trabajo para estudiar el problema y comenzar a analizar las mejores prácticas en torno al uso de impulsores genéticos, aunque pueden ser difíciles de aplicar. Un puñado de países ha sido más riguroso. En junio de 2018, el Instituto Nacional de Salud Pública y Medio Ambiente de los Países Bajos aprobó una legislación que incluía un proceso de evaluación detallado para cualquier impulso genético que se utilizase fuera del laboratorio.


Hasta ahora, EEUU todavía tiene que tomar medidas similares. Zach Adelman, un entomólogo que trabaja en impulsores genéticos en Texas A&M, me dijo que hasta hace poco, las agencias federales "enterraban la cabeza en la arena" en torno a la cuestión de los impulsos genéticos. "Hemos intentado llamar la atención de los reguladores para decir: 'Oye, estamos desarrollando esta tecnología. ¿Podemos empezar a hablar sobre cómo podría regularse y qué debemos hacer, qué debemos cambiar? ' ", me contó Adelman. "Y eso no tuvo ningún efecto durante mucho tiempo".


El año pasado, las agencias federales de EEUU finalmente comenzaron a actuar. Adelman dice que el Departamento de Agricultura ahora está trabajando para desarrollar un proceso de evaluación de riesgos para los impulsores genéticos agrícolas, y la Agencia de Protección Ambiental y la FDA, según se informa, también se están interesando. "Hemos perdido algunos años, pero ahora está definitivamente en su radar", dice Adelman. Aún así, las pautas de las agencias siguen siendo vagas. "Por ahora, la gente que hace el trabajo se ha estado vigilando a sí misma", me dijo Adelman. "Lo cual funcionará, hasta que no funcione".


WO2015/105928A1 (Universidad de Harvard) WO2017/049266 A2 (Universidad de California), y dos patentes clave para el uso del impulso genético en la agricultura


MIENTRAS CONDUCÍA DE VUELTA del laboratorio de James, el cielo estaba nublado. Era verano y los incendios ardían en las montañas detrás de Los Ángeles, llenando los cielos de humo. En ese momento, parecía que los profetas tenían razón, y nuestra progresión incesante había inclinado irrevocablemente la balanza de la innovación y el crecimiento en dirección al desastre y el declive.


Entre el apocalipsis de la inteligencia artificial y el apocalipsis de los bebés de diseño y el apocalipsis real (el derretimiento de los glaciares, el plástico en los océanos), a menudo es difícil no tener la sensación de que, cada vez más, utilizamos tecnología para solucionar problemas que la propia tecnología ha creado. A medida que las abejas mueren a causa de los pesticidas, se habla de usar pequeños drones para polinizar los cultivos. El calentamiento global ya está generando planes para la geoingeniería: sembrar la estratosfera con partículas reflectantes para limitar el sol o llenar el océano con piedra caliza triturada para reducir su acidez. Estas prácticas pueden parecer una versión de alta tecnología de introducir conejos para controlar las malas hierbas y luego zorros para controlar a los conejos (algo que ocurrió en Australia, donde cada intento de controlar la naturaleza fue generando peores resultados en cada intento, AyR). Es tentador decir que deberíamos dejar de entrometernos. Después de todo, se supone que la naturaleza es natural. Si fuera posible alterar las especies silvestres en masa, a nivel genético, ¿cómo afectará eso a nuestra idea -o, quizás más exactamente, a nuestra fantasía- de un mundo virgen? ¿Y qué significará para nuestra relación con las otras criaturas del planeta?


"Esa noción de alterar permanentemente la genética de una especie entera va en contra de todo lo que me enseñaron a pensar", dice Kuiken, quien participó en el comité de expertos técnicos de la ONU sobre impulsores genéticos. "Lo que es difícil de aceptar es que, en este momento, podría acabar siendo nuestra mejor opción. Existe este tipo de fantasía de que podemos retroceder, de que podemos restaurar algún Edén perdido. Pero la realidad es que no estamos tomando esas decisiones".


En agosto de 2015, destacados científicos mundiales del campo e la genética publicaron en la revista Science un manifiesto contra dejar en libertad insectos modificados mediante el impulso genético 


E incluso si pudiéramos, ¿tendría sentido hacerlo? Después de todo, el aumento de la resistencia a los antibióticos no significa que no deberíamos haber inventado los antibióticos en absoluto. Sin embargo, las innovaciones cambian inevitablemente la forma en que nos comportamos y esos cambios tienen consecuencias. Como dijo Kuiken: "Tienes que aceptar que hemos fallado socialmente. Que vamos a continuar conduciendo, volando, tirando plástico, derribando la selva. Y si no vamos a resolver los problemas que hemos creado al regularnos a nosotros mismos, significa que probablemente tendremos que usar tecnología, ya sea para salvar especies o vidas humanas, o para asegurarnos de que ciertas plantas o los arrecifes de coral sobreviven al cambio climático" (y así se cierra el círculo: usando la hipótesis del cambio climático como argumento para justificar el usar tecnologías cuyo efecto sobre la naturaleza no conocemos, AyR).


Kuiken hizo una pausa: "Eso es parte de por qué todo esto es tan difícil. No es solo una cuestión de si debemos o no utilizar impulsores genéticos. Se trata de afrontar nuestros fracasos".

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