Hacia el abismo
por Michael Horton
Poco antes de morir en 1953, el fundador de Arabia Saudí, el rey Abdulaziz Ibn Saud, supuestamente dijo "lo bueno o malo para nosotros vendrá de Yemen". Con el comienzo de los ataques aéreos sobre el Yemen, es cada vez más evidente que la última parte de la profecía se hará realidad. Nada bueno -y con seguridad nada decisivo- puede esperarse de la Operación "Tormenta Decisiva" que lidera Arabia Saudí.
La intervención saudí en Yemen -junto con la intervención del reino en Bahréin en 2011- marca un distanciamiento significativo de una política exterior que se ha caracterizado históricamente por la precaución, la reticencia y el uso de terceros. En Bahréin, el esfuerzo saudí para aplastar la rebelión dirigida por chiitas fue un éxito. Sin embargo, Yemen no podría ser más diferente de Bahréin, que es una minúscula nación con un terreno plano y una población desarmada. Esto contrasta con el Yemen, que tiene una de las poblaciones más armadas del planeta, un territorio que es el sueño de cualquier guerrillero, y una historia de dos mil años de resistir y expulsar a invasores.
A finales de 2009, Arabia Saudí puso en marcha una campaña discreta pero bien organizada contra los Huthis, que pertenecen a la secta Zaidi de la rama chiita del islám. Por aquel entonces, los Huthis estaban sumidos en su sexta guerra -que sería la última- con el gobierno del antiguo presidente yemení, Ali Abdullah Saleh. Como respuesta a un ataque de guerreros Huthis contra guardias fronterizos saudíes, el gobierno saudí inició una operación militar contra ellos. Los saudís desplegaron tropas del ejército, las fuerzas especiales y la fuerza aérea. La campaña fue un desastre para los saudíes y provocó una revisión al más alto nivel de la preparación de su ejército para la guerra. Los Huthis, que por aquel entonces estaban mal equipados y tenían que hacer frente tanto a las fuerzas del Yemen como a las saudíes, se las arreglaron para capturar al menos un soldado de las fuerzas especiales saudíes así como equipo especializado. A lo largo de 2009 y 2010, los Huthis lucharon, llevando a las fuerzas yemeníes y saudíes a un punto muerto.
Tras 2010 y a raíz de la revolución de 2010 que llevó a la dimisión del presidente Saleh y la llegada al poder de su antiguo vicepresidente, Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, que fue nombrado nuevo presidente, los Huthis consolidaron su posición en un amplio territorio del noroeste de Yemen. Los Huthis expandieron el territorio bajo su control estableciendo alianzas con las tribus y clanes más influyentes debido al mérito de ser una fuerza de relativamente bien disciplinada. No obstante, la llegada al poder del ineficaz presidente Hadi ayudó a rápida expansión de los Huthis.
Abd Rabbuh Mansur al-Hadi fue nombrado vicepresidente por el maquiavélico antiguo presidente de Yemen por un motivo: Hadi carece de una base de poder real en Yemen y por ello jamás podría ser una amenaza para Saleh o su familia. Hadi proviene de Yemen del sur, que fue un país independiente y quiere volver a serlo. Muchos habitantes del sur siguen viendo a Hadi, que se unió a Saleh y al norte del país contra el sur en la guerra civil de 1994, como un traidor. Al mismo tiempo, al ser del sur Hade tiene poca o ninguna influencia sobre las poderosas tribus del norte. Hadi fue una brillante elección para la vicepresidencia por un hombre que quería entregar la presidencia a su hijo.
Ahora, el gobierno saudí, junto con sus socios del CCG (Consejo de Cooperación del Golfo), Egipto, Sudán, Marruecos y Jordania, ha puesto en marcha la operación "Tormenta decisiva" para devolver al poder a Hadi, que huyó de Yemen a Arabia Saudí. El más que evidente objetivo de la campaña militar en Yemen es el reinstalar el gobierno dirigido por Hadi y forzar a los Huthis a deponer las armas y negociar. Es poco probable que se alcances esos objetivos. En lugar de reducir el apoyo a los Huthis, las acciones de los saudíes y sus socios en el Yemen pueden provocar el apoyo a corto plazo para los Huthis y el antiguo presidente Saleh, que ahora está aliado nominalmente con los Huthis. La mayoría de los yemeníes simpatizan poco con la Casa real saudí y hay muchos yemeníes aún vivos que recuerdan la sangrienta y desastrosa invasión egipcia del Yemen del norte en 1962-67, que costó la vida a 20.000 soldados egipcios y miles de guerreros y civiles yemeníes.
La operación "Tormenta Decisiva" va a asegurar que Yemen siga en la senda de la guerra civil, que organizaciones radicales como al-Qaeda en la Península Arábiga y ahora el Estado Islámico (enemigos declarados de los Huthis y de los chiitas en general) florezcan, y que tenga lugar una crisis humanitaria. Más de la mitad e los niños y niñas en Yemen sufren malnutrición y, de acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, el 61% de la población yemení de 24 millones de habitantes necesita ayuda humanitaria. El comienzo de la operación "Tormenta Decisiva" los precios de los alimentos, que ya estaban creciendo debido a la caída del riyal yemení, han subido aún más ya que los yemeníes -los pocos que pueden permitírselo- se preparan para lo que pueden ser meses de guerra. La única cosa que aumenta de precio más rápido que la comida es la munición y el armamento. La mayoría de las familias del norte poseen como mínimo un AK-47 y con muchas familias y clanes que mantienen almacenes de armamento que incluyen RPGs y granadas.
Si los saudíes y sus socios, especialmente los egipcios, dan el siguiente paso y empiezan una invasión terrestre, sus fuerzas muy posiblemente habrán de hacer frente a una feroz resistencia tanto por parte de los Huthis como de los nuevos aliados que sin duda atraerán como resultado de la invasión. En los reductos en las montañas del noroeste de Yemen, las canciones y poemas sobre como los yemeníes hicieron que los turcos, que invadieron Yemen dos veces y fallaron en someterlos, acabaron bañados en su propia sangre, siguen siendo recitados por los descendientes de quienes expulsaron a los turcos y luego a los egipcios. El ejército saudí no está preparado para nada que vaya más allá de una acción lo más limitada posible en Yemen. Sus socios egipcios están igual de mal preparados y luchan actualmente para contener la creciente insurgencia en la península del Sinaí.
Una invasión terrestre atará al terreno a miles de soldados saudíes durante meses o incluso años justo cuando el reino también se preocupa por la amenaza del estado islámico en sus fronteras del norte. Y merece la pena recordar que el ejército saudí emplea a un amplio contingente de soldados que son étnicamente yemeníes. Es una cuestión por aclarar como responderán -o no- esos hombres cuando se les ordene matar a otros yemeníes. Mientras el gobierno saudí se encarga de lo que sin duda es una guerra prolongada y sangrienta, tendrán que hacer frente a lo que podrían ser decenas de miles de refugiados atravesando la frontera sur desde el Yemen.
La intervención militar en Yemen puede llevar a la Casa real de los Saud al abismo que el rey Abdulaziz Ibn Saud pudo tener en la cabeza cuando hizo su aviso profético.
Propaganda sectaria en los media: el ejemplo de Yemen: El conflicto en Yemen ha sido presentado por los medios de comunicación con un filtro sectario según el cual es parte de una lucha el el seno del islam entre sunitas y chiitas. Buen ejemplo de ello son los mapas que circulan ocultan la complejidad de la situación, como el que puede verse arriba, del New York Times, que presenta la caida del gobierno como una ocupación Houth. La realidad es que la caida del gobierno pro-saudí de Yemen ha sido posible gracias a una alianza entre la guerrilla, el ejército y amplios sectores de la población. Asimismo, la zona que se presenta como Huthi es en realidad la zona donde se concentra la mayoría de la población yemení, que es sunita. Los únicos que defienden sobre el terreno ese análisis sectario son los grupos fundamentalistas apoyados por Arabia Saudí, EEUU y los medios de comunicación occidentales.
Este artículo ha sido publicado en el primer número de la revista Prisma, que puede descargarse gratuitamente aquí.