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CORREO DEL LECTOR: Boicotear la vacunación del COVID 19

Published on: domingo, 16 de mayo de 2021 // ,


por Chimeno


correo electrónico recibido el 12 de mayo de 2021


Se que se suena inaudito, contra toda la lógica que se ha extendido por el planeta desde que empezó la pandemia, pero por favor, dejen explicarme.


Soy una mujer de 47 años, sana y que tiene acceso a la vacunación gracias a que vivo en Alemania, donde trabajo en un poderoso grupo empresarial alemán que me ofrece esta posibilidad. Por ahora he decidido no ponérmela.


Soy una firme partidaria de la ciencia, se que es lo primero que se pondrá en duda, pero también me mantengo crítica sobre los efectos de los medicamentos en general, por lo que, desde que empezó la vacunación me ha preocupado varias cosas. Primero, los efectos en la población de un medicamento experimental (se puede denominar como tal teniendo en cuenta que, por cuestiones de fuerza mayor, había que saltarse los protocolos estándar, pero esta situación no cambia la naturaleza del estado de las mismas). Por otro lado detecto que las personas que se vacunan no están recibiendo apenas información de los potenciales efectos basándose en su historial y desde los medios se extiende la idea de que más que una elección sobre tu cuerpo es un deber moral. Esta falta de información ha hecho que la gran mayoría de las personas piensen que la vacuna les librará de contagiarse, pero si leen sobre los procesos de medición de la efectividad de las vacunas verán que los números posiblemente sean menores de los anunciados (1). De hecho las vacunas sirven para reducir los números de hospitalizaciones y de muertes, al permitir que el organismo esté más preparado para la infección, pero las infecciones seguirán existiendo. Otro dato significativo es la falta de información pública sobre los porcentajes de personas asintomáticas que ya han superado la infección y por lo tanto no necesitan vacunación alguna.


Pero no es esto de los que les quiero hablar, aunque más adelante entenderán porque quiero puntualizar estos detalles. El caso es que, cuando pienso en recibir una vacuna solo veo un privilegio. Un privilegio que me pone a mi por delante por delante de cualquier persona de un grupo vulnerable de un país pobre, y esto sólo por el hecho de vivir en un país rico que puede enfrentarse a los requerimientos de un mercado de vacunación mercantilizado.


Muchas iniciativas políticas y sociales se han creado para pedir la eliminación de las patentes de las vacunas del COVID 19, intentando poner por delante la necesidad de solucionar la pandemia a nivel mundial frente a los beneficios de unas cuantas corporaciones. Incluso el presidente de los EEUU se ha mostrado a favor de esta idea. Sin embargo, desde la Unión Europea se niegan a tal medida, demostrando de nuevo que esta unión no es precisamente la culminación de esa Europa “civilizada y civilizadora”, sino una capa más para engrasar la economía capitalista de la zona.


Las economías capitalistas ven en la vacuna la salida a un bloqueo de la actividad comercial que afecta a sus intereses económicos. Muchas personas de los países ricos ven en la vacuna su vuelta al ocio, a sus conciertos, a sus vacaciones alrededor del mundo. Pero, ¿qué pasa con los países que no están accediendo a estas vacunas?… aquí es donde llega el tema del boicot.


Tiempo ha pasado desde que conceptos como internacionalismo eran de uso común. La idea de que todos pertenecemos a la misma especie ha sido reemplazada por las identidades nacionales. Y el “sálvese quien pueda o sálvense los mios” parece la moneda común. Así que este llamamiento va a aquellos que consideran que las vacunas son un derecho fundamental de todos los seres humanos.


Quizás ya nos olvidamos de esto, pero si los de abajo nos juntamos podemos tener el poder. Que podemos usar nuestro potencial como grupo para forzar el conflicto entre aquellos cuyos intereses siempre se ponen de acuerdo y por delante. Si de verdad tienes estos valores, si de verdad crees que la patente de estas vacunas debe desaparecer, ¿por qué no juntarnos aquellos que no estamos en los grupos de riesgo negándonos a vacunarnos hasta que todos los grupos de riesgo de este planeta lo estén?.


Imaginemos este escenario, es decir, imaginemos como aquellos que manejan los intereses económicos, en vez de estar alineados como siempre, por esta vez tuvieran que elegir. Decidir si esta vez las farmacéuticas tienen que perder frente al resto de las actividades económicas. Por una vez les habremos hecho un órdago a favor de la humanidad, donde aquellos que tenemos los privilegios renegamos de ellos para el bien común. Los privilegios siempre han sido la mejor herramienta para separarnos, para destruir la lucha común. Ya es hora de que miremos de frente a la trampa más vieja del mundo y no la pisemos de nuevo.


Tampoco olvidemos que el tema de la eliminación de las patentes también nos beneficia a todos. Que las vacunas estén a nuestra disposición se debe a que las pagamos. Las arcas de los distintos estados, es decir, todo el dinero que se nos extrae, están tocadas seriamente por la crisis actual. Sin embargo siguen transvasando millones al negocio farmacéutico ante nuestras narices y con nuestro beneplácito.



En cualquier caso, se que no es una decisión sencilla y más teniendo en cuenta la desinformación que tenemos sobre quienes están en los grupos de riesgo. Pero todos aquellos que consideramos que estamos lo suficientemente sanos como para no sufrir gravemente este virus creo nos podemos permitir esta decisión y convertir esta elección en una herramienta política de desobediencia frente a la injusticia sanitaria que estamos presenciando. E incluso, en caso de duda, podemos alargar nuestros confinamientos hasta que este problema se solucione a nivel mundial. La gran diferencia es que esta vez lo estaríamos haciendo voluntariamente, por una causa humanitaria.


No dejemos que el “sálvese quien pueda” no nos deje ver a los que no importa que se salven. Juntos podemos mantener un pulso por la justicia mundial.


NOTAS


(1) “Why you can't compare covid 19 vaccines” de la OMS.




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Este texto es parte del número 41 de la revista Desde el Confinamiento, que puede descargarse gratuitamente aquí. Una introducción puede leerse aquí.



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