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El pájaro azul, de Víctor Ripalda. Literatura erótica y anticlericalismo

Published on: jueves, 13 de mayo de 2021 // ,

por Whipmaster

Octubre de 2015

Como continuación de las entradas que he dedicado a Joan Sanxo Farrerons y sus alters Laura Brunet y Víctor Ripalda, y del comentario sobre Doña Juana, Juanita y Juanón, de Víctor Ripalda, que he desarrollado a lo largo de varias entradas, comentaré ahora otra obra del mismo autor titulada El pájaro azul.


Referencia del libro:

Víctor RIPALDA (seudónimo de Joan Sanxo Farrerons): El pájaro azul. s.l. s.d. [hacia 1930] [colección La novela selecta, 1]. 64 páginas. 9 ilustraciones sin firmar.

El pájaro azul es una novelita pornográfica (64 páginas de lenguaje explícito, obsceno y burlón a la vez) firmada por Víctor Ripalda, seudónimo de Joan Sanxo Farrerons. Se publicó hacia 1930 y constituía el primer título de la colección La novela selecta, editada por el mismo J. Sanxo.

La trama de El pájaro azul se centra en las proezas sexuales de Luisita, Luisa Arciniega de los Cabrales (el pájaro azul) y sus tutores, don Simón y el padre Carlos. Además de pornográfica, es una novela abiertamente anticlerical, que contiene una fuerte crítica a la hipocresía y la doble moral del clero. Hay que recordar, para enmarcar este enfoque, la ideología libertaria del autor.




Entre los muchos juegos sexuales descritos, El pájaro azul incluye un episodio de flagelación erótica.
La trama: Luisita ha cumplido 23 años y su novio, un tal Ramón, ingeniero, le propone matrimonio mientras ella “tenía entre sus manos la desnuda verga del muchacho”. (p. 7)

Luisa finge sorpresa y recato ante la propuesta de Ramón con la única intención de ganar tiempo y contárselo a don Simón, su tutor, con el que ya lleva seis años enrollada.

Podría ser que al principio el viejo tutor se hubiese aprovechado de ella, pero queda claro que ahora es Luisita la que saca ventaja de la situación: “Veo a lo que vas, chiquilla. Hoy estás cachonda perdida y te has propuesto una cosa que no la lograrás por más esfuerzos que hagas: mi badajo no lo levantas como no sea con una grua” (p. 18) le dice el viejo don Simón.


El caso es que entran en situación y la excitación de ambos aumenta de tal forma que al final don Simón le pide “lo acostumbrado”: una lluvia dorada, ni más ni menos, que es descrita con abundancia de detalles. (p. 24)

El otro tutor de Luisa es el padre Carlos “un fraile carmelita de esos llamados descalzos, pero que usan sandalias” (p. 26). Como cada viernes él acude a casa de ella para confesarla. Esta vez, “confiesa” primero a Gertrudis, la criada de Luisa, mientras esta última espera haciendo penitencia en su oratorio particular, vestida de monja.

La penitencia acaba con una flagelación: “quiero apurar todos los goces del dolor. Me he castigado por donde pequé. Es la única manera de absolverme a mi misma” (p. 36)

Irónicamente, Luisa pide al fraile que los azotes sean fuertes, “que deje cardenal” (p.35). Este es el tono zumbón que preside todo el relato.


Finalmente Luisa se confiesa con fray Carlos, y le detalla todos los curas, monjas, obispos, monaguillos, canónigos, sacristanes y demás con los que ha tenido aventuras. Sin embargo esta confesión se convierte en explícita venganza pues añade “De nada de esto me acuso…. De lo que si me acuso, padre, es de haber tolerado los consejos de todos estos cochinos sin escupirles en pleno rostro”. (p. 43)

De esta forma Luisa se venga de la hipocresía de todos los clérigos que le aconsejaban que llegase casta y pura al matrimonio mientras se beneficiaban de ella.

A punta de pistola Luisa obliga al fraile a darle la comunión poniendo la hostia en la punta de su tranca y a consumar su venganza sacrílega follando encima del altar

“Locos, arrastrados por todos los diablos de la lujuria, rodaron el fraile y la viciosa por el suelo y allí quedaron desmadejados, sin aliento, durante más de media hora… Poco a poco las luces del entendimiento hicieron comprender al fraile las enormidades que había hecho y considerándose irremisiblemente perdido por toda la eternidad, cayó de rodillas ante el Cristo y levantó en alto los brazos en demanda de perdón.” (p. 56)


Al final, Luisa, consumada su venganza, parte en busca de nuevas aventuras al volante de su imponente Mercedes Benz. El pájaro azul sale volando y deja tres cartas de despedida, una para su novio, otra para don Simón y la tercera para el fraile. Al primero le dice “no te cases y se feliz con cuantas mujeres puedas”. Al segundo “búscate manantial” en referencia a su gusto por la lluvia dorada. Y al tercero “tienes una tranca inolvidable pero no me la meterás más en el culo” recomendándole como alternativa el de su criada Gertrudis.

Acompañan el texto 8 ilustraciones (más el dibujo de portada) de autor desconocido. Todas ellas son tan explicitas como el relato mismo.

A destacar que Eilene Powell ha estudiado esta novela corta dentro de su tesis doctoral sobre el sadomasoquismo en la novelística española, haciendo énfasis en su componente anticlerical.


Este artículo ha sido publicado en el número 4 de la revista Prisma, que puede descargarse gratuitamente aquí.

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