Ayer, hoy y mañana: el derrumbe de la narrativa del Coronavirus
por Gorka23
“Sobre la eterna noche del pasado se abre la eterna noche del mañana”
Ramón María del Valle-Inclán
Ayer el lema innegociable del “oficialismo” era “Vacunar, vacunar y vacunar”, a todos sin excepción. Hoy, sin embargo, ya se impone el concepto de “personalizar” la vacunación. Y mañana, ¿Pudiera ser que vacunar resultase ser un grave error de consecuencias indeterminables?
Ayer el origen del virus era natural, sin discusión. Hoy se está extendiendo la idea de que este virus tiene una procedencia artificial. Y mañana, ¿Se podrá constatar sin duda alguna que el SARS-CoV-2 se diseño en un Laboratorio como apunta la secuencia de corte por furina que presenta entre las subunidades S1 y S2 de la proteína spike? (“corte de furina”, manipulación genética que no podrá “taparse” por mucho tiempo)
Ayer la vacuna era totalmente segura, incluso más que una aspirina. Hoy la EMA advierte que puede debilitar el sistema inmune. Y mañana, ¿Podría suceder que haya personas vacunadas con cuadros asemejables a Síndromes de inmunodeficiencia adquirida?
Ayer las vacunas tenían una eficacia del 95% para prevenir la infección. Hoy se empieza a abrir el debate sobre si las vacunas tienen o no algún grado de efectividad y, si lo tienen, cuánto sería ese porcentaje. Y mañana, ¿Pudiera suceder que quedase acreditado que las vacunas tenían una “efectividad negativa” y contraproducente?
Ayer con un 70% de la población vacunada, se alcanzaba la “inmunidad de grupo”. Hoy nadie discute que esa afirmación resultó ser una falacia interesada. Y mañana, ¿Pudiera ser que haber vacunado de manera masiva e indiscriminada a la población mundial haya contribuido a alargar y agravar la pandemia innecesariamente?
Ayer la vacuna evitaba la infección, el contagio y la enfermedad. Hoy se dice (cada vez más en tono más bajo) que disminuye el riesgo de enfermedad grave y fallecimiento. Y mañana, ¿Pudiese suceder que la vacuna fuese causa de un incremento evitable e innecesario de enfermedad y fallecimiento?
Ayer la tercera dosis era imprescindible para todos. Hoy está absolutamente cuestionada, hasta por “expertos” del propio “oficialismo”. Y mañana, ¿Podría ser que la tercera dosis resultase perjudicial para el sistema inmune y para combatir futuras infecciones causadas por este virus u otros?
Ayer si mantenías serías dudas sobre el origen del virus y elucubrabas con una posible finalidad oculta, eras un “tarado negacionista conspiranoico”. Hoy, sin embargo, al que piensa así se le da otro tipo de trato y consideración. Y mañana, ¿Podría decirse que los “tarados” de ayer eran en realidad mentes lúcidas y con criterio?
Ayer el Pasaporte Covid era un elemento imprescindible para combatir y erradicar la pandemia. Hoy prácticamente nadie piensa que tenga valor alguno y su implantación se está “derrumbando como un castillo de naipes”. Y mañana, ¿Se podrá afirmar que el Pasaporte Covid fue un factor fundamental para la propagación del virus y la extensión de la pandemia?
Ayer si no tenías Pasaporte Covid eras un “antivacunas insolidario” que estabas sujeto a importantes restricciones de derechos y libertades y que eras el blanco del odio de los promotores de la vacunación. Hoy nadie con sentido común discriminaría u odiaría a una persona por no tener el pasaporte. Y mañana, ¿Pudiese suceder que las personas sin pasaporte reclamasen que se tomasen medidas restrictivas, por motivos sanitarios, respecto a las personas con pasaporte actualizado?
Ayer la vacuna no mataba a nadie. Hoy nadie discute que la vacuna es causa de muerte, sin poderse determinar bien el alcance. Y mañana ¿Pudiera ser que se comprobase o sospechase que las vacunas han constituido mayor causa de fallecimiento que el propio virus?
Ayer, hoy y mañana. Suelen decir que lo realmente importante es el presente. Que no tiene sentido retroalimentarse con el pasado y que no conviene especular o preocuparse por el futuro. Esto es una idea general que, como otra cualquiera, puede presentar sus excepciones. La grave crisis sanitaria, social, económica, personal y de cualquier ámbito generada por esta pandemia constituye una excepción a la regla de que lo único importante es el presente.
En este contexto, el presente es lo menos importante. Lo realmente fundamental es el pasado porque no conviene olvidar nada, porque conviene recordar todos y cada uno de los hechos acontecidos y a las personas que han promocionado, colaborado y consentido dichos hechos. Y conviene recordar porque, si importante es el pasado, más puede serlo aún el futuro puesto que si se llegasen a confirmar determinadas hipótesis y sospechas, entonces mañana habría que señalar a los responsables con el único pero ineludible objetivo de impartir JUSTICIA.