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Es hora de admitir el fracaso

Published on: lunes, 7 de febrero de 2022 // ,


por Ehud Qimron


El profesor Ehud Qimron, jefe del Departamento de Microbiología e Inmunología de la Universidad de Tel Aviv y uno de los principales inmunólogos israelíes, ha escrito una carta abierta en la que critica duramente la gestión israelí, y de hecho mundial, de la pandemia de coronavirus


10 de enero de 2022


Ministerio de Salud, es hora de que admitáis vuestro fracaso


Al final, la verdad siempre se revelará y la verdad sobre la política contra el Coronavirus comienza a revelarse. Cuando los conceptos destructivos se derrumban uno tras otro, sólo queda decirles a los expertos responsables de manejar las medidas contra la pandemia: os los advertimos.


Dos años después, finalmente os dais cuenta de que un virus respiratorio no se puede derrotar y que cualquier intento de este tipo está condenado al fracaso. No lo admitís, porque no habéis admitido casi ningún error en los últimos dos años, pero visto en retrospectiva, está claro que habéis fallado estrepitosamente en casi todas vuestras acciones, e incluso los medios de comunicación están teniendo ya dificultades para cubrir su vergüenza..


Os negasteis a admitir que la infección llega en olas que se desvanecen por sí solas, a pesar de años de observaciones y conocimientos científicos. Insistísteis en atribuir cada declive de una ola únicamente a vuestras acciones, y así, a través de la propaganda mentirosa, "superasteis la plaga". Y la volvisteis a vencer, y otra y otra y otra vez.


Os negáis a admitir que los test a gran escala son ineficaces, a pesar de que vuestros propios planes de contingencia así lo indicaban abiertamente (ver el "Plan de preparación del sistema de salud contra la pandémia de gripe, 2007", p. 26).


Os negáis a admitir que la recuperación de la enfermedad tras haberla pasado protege más que una vacuna, a pesar de que los conocimientos que teníamos previamente y las observaciones muestran que las personas vacunadas que no han pasado la enfermedad tienen más probabilidad de infectarse que las personas que si la han pasado. Os negáis a admitir que las personas vacunadas son contagiosas a pesar de lo que se ha observado. En base a esto, esperabais lograr alcanzar la inmunidad colectiva mediante la vacunación, y también habéis fracasado en eso.



El profesor Ehud Qimron, jefe del Departamento de Microbiología e Inmunología de la Universidad de Tel Aviv, con dos de sus colaboradores



Insistaís en ignorar que la enfermedad es decenas de veces más peligrosa para los grupos de riesgo y adultos mayores, que para los jóvenes que no están en grupos de riesgo, a pesar del lo que sábenos gracias a la información llegada de China ya en 2020.


Os negasteis a adoptar la “Declaración de Barrington”, firmada por más de 60.000 científicos y profesionales médicos, u otros programas de sentido común. Preferisteis ridiculizarlos, calumniarlos, distorsionarlos y desacreditarlos. En lugar de los programas y las personas adecuadas, habéis elegido profesionales que carecen de la formación pertinente para la gestión de una pandemia (los principales asesores gubernamentales son físicos, veterinarios, agentes de seguridad, personal de los medios de comunicación, etc.).


No ha establecido un sistema efectivo para informar sobre los efectos secundarios de las vacunas, e incluso se han eliminado los informes sobre esos efectos secundarios de la página del Ministerio de Salud en Facebook. Los médicos evitan relacionar los efectos secundarios con la vacuna, no sea que los persigan como le pasó a algunos de sus colegas. El Ministerio ha ignorado muchos informes de cambios en la intensidad menstrual y los tiempos del ciclo menstrual. El Ministerio ha ocultado datos que permitirían una investigación objetiva y adecuada (por ejemplo, eliminó los datos sobre los pasajeros en el aeropuerto Ben Gurion). En su lugar, eligió publicar artículos no objetivos junto con altos ejecutivos de Pfizer sobre la eficacia y seguridad de las vacunas.


DAÑO IRREPARABLE A LA CONFIANZA


Sin embargo, desde las alturas de vuestra arrogancia, también habéis ignorado el hecho de que al final la verdad se impondrá. Y está empezando a revelarse. La verdad es que habéis provocado una caída sin precedentes de la confianza que os tenía la población, y habéis erosionado vuestro estatus como fuente de autoridad. La verdad es que habéis quemado cientos de miles de millones de shekels (la divisa de Israel, AyR) en vano: para publicar intimidaciones, en pruebas ineficaces, en confinamientos destructivos y para interrumpir la rutina de la vida en los últimos dos años.


Habéis destruido la educación de nuestros hijos y su futuro. Hicisteis que los niños se sintieran culpables, estuvieran asustados, fumaran, bebieran, se volvieran adictos, abandonaran la escuela y se pelearan, como atestiguan los directores de escuelas de todo el país. Habéis dañado los medios de subsistencia, la economía, los derechos humanos, la salud mental y la salud física de la población.


Calumniasteis a compañeros que no se rendían ante vosotros, pusisteis al pueblo en su contra, habéis dividido a la sociedad y habéis polarizado los debates. Habéis calificado a las personas que optaron por no vacunarse de enemigos del público y propagadores de enfermedades sin ninguna base científica. Promovéis, de una manera sin precedentes, una política draconiana de discriminación, negación de derechos y selección de personas, incluidos niños, en base a su elección de medicación. Una selección que carece de toda justificación epidemiológica.


Cuando se comparan las políticas destructivas que seguís con las políticas sanas de algunos otros países, puede verse claramente que la destrucción que habéis causado solo ha añadido víctimas más allá de las vulnerables al virus. La economía que habéis arruinado, los parados que habéis causado y los niños cuya educación habéis destruido, son víctimas excedentes que se deben únicamente a vuestras acciones.


Actualmente no hay una emergencia médica, pero habéis estado cultivando tal condición durante dos años debido a vuestra sed de poder, presupuestos y control. La única emergencia ahora es que, como aún disponéis de un gran presupuesto, lo empleáis para poner en marcha políticas de propaganda e ingeniería psicológica en lugar de utilizarlo para fortalecer el sistema de atención médica.


¡Es hora de parar esta emergencia sanitaria!

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