La red capitalista que dirige el mundo
por Debora MacKenzie y Andy Coghlan
A medida que las protestas contra el poder financiero barren el mundo esta semana, la ciencia puede haber confirmado los peores temores de los manifestantes. Un análisis de las relaciones entre 43.000 corporaciones transnacionales ha identificado un grupo relativamente pequeño de compañías, principalmente bancos, con un poder desproporcionado sobre la economía global.
Las afirmacioness del estudio han dado lugar a algunas críticas, pero los analistas de sistemas complejos contactados por New Scientist dicen que es un esfuerzo único para desenredar el control existente sobre la economía global. Si se profundizase en el análisis, dicen, podría ayudar a identificar formas de hacer más estable el capitalismo global.
La idea de que unos pocos banqueros controlen una gran parte de la economía global podría no parecer una novedad para el movimiento Occupy Wall Street de Nueva York y los manifestantes en otros lugares. Pero el estudio, realizado por un trío de teóricos de sistemas complejos en el Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zurich, es el primero en ir más allá de la ideología para identificar empíricamente dicha red de poder. Combina las matemáticas utilizadas durante mucho tiempo para modelar sistemas naturales con amplios datos corporativos para hacer un mapa de la propiedad en las corporaciones transnacionales (TNC) del mundo.
“La realidad es tan compleja que debemos alejarnos de los dogmas, ya sean teorías conspirativas o de libre mercado”, dice James Glattfelder. “Nuestro análisis está basado en la realidad”.
Estudios anteriores han encontrado que unas pocas TNC son propietarias de grandes porciones de la economía mundial, pero solo incluían un número limitado de empresas y omitieron las propiedades indirectas, por lo que no pudieron decir cómo afectaba a la economía global, si la hacía más o menos estable, por ejemplo.
El equipo de Zurich si puede. A partir de Orbis 2007, una base de datos que incluye 37 millones de empresas e inversores de todo el mundo, extrajo 43.060 TNC y las participaciones accionariales que las vinculan. Luego construyeron un modelo para ver que empresas controlaban a otras a través de redes de accionistas, junto con los ingresos operativos de cada empresa, para cartografiar la estructura del poder económico.
Las 1318 corporaciones que forman el núcleo de la economía global. Las compañías superconectadas son ROJAS, las compañías muy conectadas son AMARILLAS. El tamaño del punto representa los ingresos.
El trabajo, que se publicará en PLoS One, reveló un núcleo de 1.318 empresas con propiedades entrelazadas (ver imagen). Cada una de esas 1.318 tenía vínculos con otras dos o más empresas, y en promedio estaban conectadas a 20. Lo que es más importante, aunque representaban el 20% de los ingresos operativos mundiales, esas 1.318 empresas parecen poseer colectivamente a través de sus acciones la mayoría de las grandes empresas de primera línea y manufactureras del mundo, la economía “real”, que representan otro 60% de los ingresos mundiales.
Cuando el equipo desenredó aún más la maraña de su propiedad, descubrió que gran parte de ella se remontaba a una “super-entidad” de 147 empresas aún más unidas (toda su propiedad era propiedad de otros miembros de la super-entidad) que controlaba 40% de la riqueza total en la red. “En efecto, menos del 1% de las empresas podrían controlar el 40% de toda la red”, dice Glattfelder. La mayoría eran instituciones financieras. Los 20 principales incluían Barclays Bank, JPMorgan Chase & Co y The Goldman Sachs Group.
John Driffill, de la Universidad de Londres, un experto en macroeconomía, dice que el valor del análisis no es solo el ver si un pequeño número de personas controla la economía global, sino más bien lo que eso implica para la estabilidad económica.
La concentración de poder no es buena ni mala en sí misma, dice el equipo de Zúrich, pero las interconexiones estrechas en el seno del núcleo podrían serlo. Como el mundo aprendió en 2008, tales redes son inestables. “Si una [empresa] está sometida a presión”, dice Glattfelder, “eso se propaga”.
“Es desconcertante ver lo conectadas que están realmente las cosas”, coincide con el George Sugihara, del Instituto de Oceanografía Scripps en La Jolla, California, un experto en sistemas complejos que ha asesorado a Deutsche Bank.
Yaneer Bar-Yam, jefe del Instituto de Sistemas Complejos de Nueva Inglaterra (NECSI), advierte que el análisis asume que la propiedad equivale al control, lo que no siempre es cierto. La mayoría de las acciones de la empresa están en manos de administradores de fondos que pueden o no controlar lo que realmente hacen las empresas de las que son propietarios. El impacto de esto en el comportamiento del sistema, dice, requiere más análisis.
Lo que es crucial es que, al identificar la arquitectura del poder económico global, el análisis podría ayudar a hacerlo más estable. Al encontrar los aspectos vulnerables del sistema, los economistas pueden sugerir medidas para evitar que futuros colapsos económico-financieros se extiendan por toda la economía. Glattfelder dice que podríamos necesitar reglas globales antimonopolio, que ahora existen solo a nivel nacional, para limitar la conexión excesiva entre las empresas transnacionales. Según Sugihara, el análisis sugiere una posible solución: las empresas deberían pagar impuestos por el exceso de interconectividad para desalentar este riesgo.
Una cosa no concuerda con algunas de las afirmaciones de los manifestantes: es poco probable que la súper entidad sea el resultado intencional de una conspiración para gobernar el mundo. “Tales estructuras son comunes en la naturaleza”, dice Sugihara.
Los recién llegados a cualquier red se conectan preferentemente a miembros altamente conectados. Las empresas transnacionales compran acciones entre sí por razones comerciales, no para dominar el mundo. Si la conectividad se agrupa, también lo hace la riqueza, dice Dan Braha de NECSI: en modelos similares, el dinero fluye hacia los miembros más altamente conectados. El estudio de Zurich, dice Sugihara, “es una fuerte evidencia de que las reglas simples que rigen a las ETN dan lugar espontáneamente a grupos altamente conectados”. O, como dice Braha: “Occupy Wall Street afirma que el 1% de las personas que tienen la mayor parte de la riqueza refleja una fase lógica de la economía autoorganizada”.
Entonces, la súper entidad puede no ser el resultado de una conspiración. La verdadera pregunta, dice el equipo de Zurich, es si puede ejercer un poder político coordinado. Driffill tiene la sensación que 147 es demasiado para llevar a cabo una coordinación. Braha sospecha que competirán en el mercado, pero actuarán juntos por intereses comunes. Resistir los cambios en la estructura de la red puede ser uno de esos intereses comunes.
Este artículo ha sido publicado en el número 6 de la revista Prisma, que puede descargarse gratuitamente aquí.